miércoles, 8 de julio de 2009

GEENaP - Presentación


GRUPO DE ESTUDIO DE ECONOMÍA NACIONAL Y POPULAR (GEENaP)

Desde 1930 hasta 1976 se desarrolló en la Argentina el modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI); en el cual las distintas políticas económicas, más allá de sus particularidades y diferencias, tenían en líneas generales como objetivo central incrementar el proceso de industrialización del país.

El proceso de la ISI fue posible a partir del abandono de los paradigmas liberales que postulaban, entre otras cosas, la no intervención y regulación del estado en la economía. Durante la primera fase de la ISI (1930-1943), el rol estatal fue funcional a la adaptación de la vieja clase dominante al nuevo contexto mundial.

A partir de 1943 y hasta 1955, el proceso industrializador fue de la mano con un proyecto nacional y popular, cuya base de sustento se encontraba en el sector obrero, el industrial y algunos militares nacionalistas. Esta alianza fue producto de la conducción del estado por parte del peronismo.

Sin embargo, a partir de 1955 se produce una reacción cívico-militar tendiente a “extirpar” al peronismo en tanto expresión política del modelo económico nacional y popular, objetivo que no cumple en profundidad, y que permite la vigencia de la ISI pero con otras características. Recién en 1976, este modelo económico será liquidado en base a la feroz represión al campo popular.

¿Cuáles fueron los rasgos comunes al proceso de la ISI 1930-1976? La industrialización en este modelo de acumulación constituyó el propósito común y permanente de las políticas económicas, siendo la protección arancelaria, el privilegio fiscal y el crédito subsidiado los principales instrumentos de políticas para dicho fin. De esta manera, desde 1930 hasta 1976 se generó un mecanismo de transferencia de recursos hacia el sector industrial.

Una de las características más destacable de este modelo era la importancia del mercado interno como destinatario de los productos industriales producidos en el país; poniendo, de esta manera, un limite a la concentración económica, al ser el salario de los trabajadores la principal fuente de demanda de las mercancías.

Es decir, como gran parte del empresariado local producía para el mercado interno, el salario era visualizado por la mayoría de los capitalistas como un factor de demanda de sus productos. Por lo tanto, no existían incentivos de los sectores dominantes para reducir las remuneraciones de la clase obrera.
De esta forma, se constituyó lo que se denomino la “sociedad del empate” en la distribución del Producto Bruto Interno entre el capital y el trabajo; llegando a principios de la década del cincuenta donde más del 50% del producto era apropiado por los asalariados, mientras que el resto se traducía en beneficio para los empresarios.

Con la dictadura militar de 1976 se interrumpe violentamente el modelo de industrialización sustitutiva y se construyó un nuevo modelo de acumulación: el sistema de valorización financiera. Este nuevo modelo produjo profundas modificaciones de la situación imperante en la argentina hasta ese momento.
En otras palabras, a partir de 1976 se generó un corte en la historia argentina que llevo a cambios políticos, económicos y sociales. En particular, las políticas económicas implementadas por la dictadura militar provocaron una transformación radical del esquema de funcionamiento de la economía argentina vigente desde 1930, es decir, de la Industrialización por Sustitución de Importaciones.

El programa económico aplicado por la dictadura militar produjo una reversión completa de las políticas implementadas en la industrialización sustitutiva, condenando los instrumentos utilizados en este modelo y proponiéndose como objetivos la apertura de la economía, la libre operación de los mercados de capitales, la desregulación de los diferentes mercados y un proceso de privatizaciones; dando por terminado la industrialización como objetivo de las políticas económicas.

Entre las consecuencias más destacables de las políticas económicas aplicadas por la dictadura militar podemos destacar las siguientes: la concentración del ingreso, el aumento de la deuda externa, el incremento de la fuga de capitales, la desindustrialización de la economía argentina, el aumento del desempleo, de la pobreza y la indigencia.

Por otro lado, este modelo económico y social fue profundizado con el retorno de la democracia. En efecto, tanto el gobierno de Alfonsín como los gobiernos de Menem y De la Rua con el régimen de Convertibilidad implicaron una continuidad en las políticas y sus consecuencias al modelo instaurado por la dictadura militar.

A partir de la caída del modelo de Convertibilidad se generó un nuevo contexto favorable a la construcción de alternativas inclusivas. Es así que con el triunfo electoral de Néstor Kirchner, se fue gestando uno nuevo proyecto socioeconómico que permitió salir de la gran derrota de los sectores populares. En este sentido, los “datos duros” de la economía son contundentes. En primer lugar, se verificó un crecimiento sostenido del producto pasando entre el 2003 y el 2007 de 256.023 a 359.189 millones de pesos a precio de 1993. Esto implica que entre el 2003 y el 2007 el Producto Bruto Interno experimentó un crecimiento promedio del 8,8% anual.

Pero al mismo tiempo, y a diferencia del modelo anterior, este crecimiento económico se sostiene con un superávit comercial, fiscal y en el crecimiento permanente de las reservas en poder del Banco Central.
Con respecto a la balanza comercial se experimentó durante el crecimiento post convertibilidad un superávit comercial sostenido. Mientras que en el 2003 el superávit comercial fue de 16.088 millones de dólares, en el 2004 fue de 12.130, en el 2005 de 11.417, en el 2006 fue de 12.305 y por último en el 2007 la balanza comercial arrojó un superávit de 11.072 millones de dólares.

Por otro lado, junto con el superávit comercial se verificó un crecimiento de las exportaciones con mayor valor agregado. En efecto, a partir del crecimiento post convertibilidad se produjo un aumento de las exportaciones de manufactura de origen industrial, las cuales pasaron del 26,9% al 31,1% de las exportaciones totales entre el 2003 y el 2007.

Al mismo tiempo la sostenibilidad del nuevo crecimiento económico post convertibilidad se verifica en el superávit fiscal permanente. En efecto, mientras que el resultado financiero, es decir, el superávit fiscal luego de haber pagado los servicios de la deuda pública, fue de 11.261,1 millones de pesos en el 2003, en el 2004 fue de 9.133,3, en el 2005 fue de 2.321,8, en el 2006 fue de 6.379,9 y en el 2007 fue de 5.128,1 millones de pesos.

Pero es importante destacar que a diferencia de épocas pasadas este superávit fiscal no se consiguió como resultado de políticas de ajuste sino más bien debido a la mayor recaudación tributaria llevada a cabo por el Estado Nacional. Mientras que el gasto total público creció de 45.927,5 a 137.656,0 millones de pesos entre el 2003 y el 2007, los ingresos totales pasaron de 57.188,6 a 142.693,6 millones de pesos durante el mismo período.

Pero al mismo tiempo se produjo una importante reducción de la deuda pública nacional, la cual pasó de 191.296 a 137.113 millones de dólares corrientes entre el 2004 y noviembre de 2007. Visto de otra forma, mientras que la deuda pública total representaba el 126% del producto bruto interno en millones de dólares corrientes y el 553% de las exportaciones en millones de dólares corrientes en el 2004, ese porcentaje se redujo al 53,2% y al 245% respectivamente en noviembre de 2007.

Pero junto con el superávit comercial y fiscal se experimento un crecimiento sostenido de las reservas internacionales del Banco Central de la República Argentina. En efecto, las reservas del Banco central se incrementaron de 10.500 a 46.176 millones de dólares entre el 31 de diciembre de 2002 al 28 de diciembre de 2007. Este aumento de las reservas internacionales fortalece fuertemente la economía argentina a desalentar y evitar cualquier tipo de corrida bancaria.

Por esta mayor sustentabilidad conseguida a partir del superávit comercial y fiscal unido al aumento de las reservas del Banco Central, se produjo a partir de la caída de la Convertibilidad un significativo crecimiento de la inversión que permitió sostener la nueva fase de crecimiento económico. La inversión bruta interna fija creció de 36.659 a 81.693 millones de pesos a precio de 1993 entre el 2003 y el 2007. Esto generó que mientras la participación de la inversión bruta interna fija en el producto bruto interno a precios de 1993 era del 14,3% en el 2003, este porcentaje se incrementara al 22,7% en el 2007.
A su vez, el sector manufacturero durante este período recuperó parte de la centralidad perdida en la etapa anterior. La producción industrial se incrementó de 41.952 a 59.203 millones de pesos a precios de 1993 entre el 2003 y el 2007; lo cual implica que la industria tuvo un crecimiento del 41,1% durante este período.

Sin embargo, no sólo el crecimiento económico de la gestión kirchnerista es sustentable desde el punto de vista macroeconómico sino también, y más importante, desde el punto de vista social. Efectivamente, a partir de la nueva fase de crecimiento económico se verificó una recomposición significativa del mercado de trabajo.

Esto es incomprensible sin referirnos a la alianza social que expresa el proyecto kirchnerista, la cual se basa, a nivel empresarial, en algunas grandes industrias muy dinámicas y en una gran cantidad de PYMES, contando por su parte, con el apoyo de la fuerza política aportada por el movimiento obrero organizado y los desocupados representados en las organizaciones sociales. La recomposición del trabajo provino del desarrollo manufacturero expresado por esta alianza, que contó con los beneficios que otorgaba el tipo de cambio alto, la disminución de la especulación financiera a partir de la reducción de las tasas de interés y control de capitales, y el congelamiento de tarifas de las empresas proveedoras de energía. Esto no podría entenderse sino a partir de la voluntad política del gobierno con del apoyo del campo popular, que en conjunto permitió llevarlas adelante en desmedro del capital europeo vinculado a las empresas privatizadas prestadoras de servicios y del capital financiero internacional. Esta alianza “pro-trabajo” fue la que derrotó al ALCA en Mar del Plata apuntando a un capitalismo de vertiente latinoamericana.

En todo este marco, la desocupación se redujo del 20,4% al 9,8% entre el primer trimestre de 2003 y el primer trimestre de 2007, la subocupación disminuyó del 17,7% al 9,3% durante el mismo período. Esta reconstrucción del mercado de trabajo se tradujo en una reducción de la pobreza y la indigencia, junto con una mejora en la distribución del ingreso.
Todos estos datos demuestran que a partir de la caída de la gestión de Néstor Kirchner y el crecimiento económico post devaluación se inició una nueva etapa en la economía argentina, rompiendo con un modelo de desarticulación económico y social que se venía desarrollando desde la dictadura militar de 1976. A partir del crecimiento post convertibilidad se consolidó año tras año un nuevo modelo económico y social sustentable.

En este sentido, el Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP) se constituye con el objetivo de profundizar el análisis de la economía argentina junto con la difusión de las distintas investigaciones realizadas con el fin central de colaborar con la consolidación del nuevo modelo económico y social iniciado el 25 de mayo del 2003.

Miembros
Eduardo Luis Gorosito, Jose Cornejo, Juan Santiago Fraschina, Juan Carnagui, Horacio
Bustingorry, M. Victoria Garcia Martin, Pablo Cotado, Enrique Manuel de la Calle, Jorge Gabriel Intile y Ariadna Somoza Zanuy

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