jueves, 23 de septiembre de 2010

LA GUERRA EN IRAK: OBJETIVOS Y CONSECUENCIAS
















Por Zid Abdel Samad (*)
El mundo atraviesa el período más crítico de la época moderna debido a que Estados Unidos se inclina por una guerra para solucionar la crisis de Irak a pesar de la oposición popular generalizada que se refleja en la postura de países centrales como Francia, Alemania, Rusia y China. Por su parte, el mundo árabe ha dado muestras de incapacidad para adoptar oficialmente una posición en bloque.
En un momento histórico, 10 millones de personas expresaron su rechazo a la guerra contra Irak. Las manifestaciones que tuvieron lugar en más de 620 ciudades del mundo no fueron para solidarizarse con Saddam Hussein, el dictador y déspota, sino con el pueblo iraquí, además de constituir una protesta contra un orden mundial que conlleva guerras y tensiones. Se trata de un orden mundial que incrementa la pobreza y vuelve más profunda la brecha entre ricos y pobres, generando una patología social que alimenta al terrorismo y a los movimientos violentos.El mundo atraviesa el período más crítico de la época moderna debido a que Estados Unidos se inclina por una guerra para solucionar la crisis de Irak a pesar de la oposición popular generalizada que se refleja en la postura de países centrales como Francia, Alemania, Rusia y China. Por su parte, el mundo árabe ha dado muestras de incapacidad para adoptar oficialmente una posición en bloque. Esto se pudo ver en el fracaso de la Liga Árabe a la hora de enfrentar las consecuencias de la guerra, debido a que la población tiene prohibido expresar su opinión. Suenan los tambores de guerra en un momento en que los portavoces del gobierno de Estados Unidos y sus aliados confirman la inminencia e inexorabilidad del ataque militar contra Irak, más allá de la decisión que tome el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y sin importar lo que haga el gobierno iraquí o los resultados de las investigaciones de los expertos de la ONU. A pesar de las apariencias, es muy claro que se está elaborando un plan para establecer un sistema de vigilancia directa sobre Irak, aunque Saddam Hussein renuncie a su cargo en forma pacífica. Esto significa que la presencia militar estadounidense se mantendrá mientras Washington y sus aliados estén seguros de que las armas de destrucción masiva hayan sido destruidas. Los planes del actual gobierno estadounidense para Irak (1)están inspirados en el sistema de vigilancia directa que se estableció en Afganistán. Un plan propuesto por el gobierno estadounidense durante la conferencia organizada en Londres el año pasado por opositores iraquíes a Saddam Hussein (2) describe claramente los pasos a dar durante el período de transición. El plan fue adoptado por la conferencia con ligeras modificaciones (3), pero los intereses estadounidenses sobre el petróleo de Irak no quedaron fuera de la agenda (4). Los pretextos de Estados Unidos Los informes presentados por el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, y por el secretario de Estados de Estados Unidos, Collin Powell, intentan convencer al mundo de la necesidad de bombardear Irak. Pero los informes de los expertos no confirman la existencia de armas de destrucción masiva en Irak. Esto lleva a Estados Unidos a buscar pretextos. Para justificar la guerra en Irak, Washington alega que dicho país utilizó una cantidad de armas químicas durante la guerra contra Irán y que las mismas se mantienen intactas. El gobierno estadounidense se apoya también en los registros de voz de los líderes militares iraquíes y de Osama Bin Laden. En una entrevista con la televisión sueca, Robert Fisk, el principal corresponsal de la publicación británica The Independent, que se encuentra en Beirut, afirmó que la guerra contra las armas de destrucción masiva debería llevarse a cabo en Corea del Norte y no en Irak. Fisk agregó que, cuando Irak usó ese tipo de armas contra Irán o contra la población kurda (en Halabja), Estados Unidos dio su aprobación. Está claro, entonces, que la guerra contra Irak no es para eliminar el armamento de destrucción masiva ni para defender los derechos humanos, sino por un motivo que no existe en Corea del Norte: el petróleo. Los objetivos del ataque a Irak Estados Unidos pretende reponerse de su fracaso en la guerra declarada contra el terrorismo atacando a Irak. Los líderes del movimiento Talibán y de Al Qaeda siguen libres y su capacidad para derribar objetivos estadounidenses de operaciones militares de alto alcance se mantiene intacta. A esto se suma el hecho de que el actual presidente de Afganistán, Kardai, sólo controla la provincia de Kabul. Fisk alega que las Fuerzas Aliadas no han logrado desarmar el sistema de Al Qaeda y que sus operaciones han estado sujetas a pérdidas diarias no declaradas. El semanario alemán Der Spiegel afirma que Estados Unidos ha dado por finalizada su operación de rastreo de Bin Laden, que figura en su lista de personas más buscadas desde el 11 de setiembre de 2001. Además, Estados Unidos no ha conseguido aliviar la tensión de sus relaciones con Irán, que se opone a las acciones de Washington en la región. Las políticas estadounidenses fracasaron también en su intento de dominar la situación de Irak, a pesar del embargo impuesto sobre la población durante más de 12 años. Por el contrario, el gobierno iraquí aprovechó la oportunidad para restituir sus relaciones con algunos países árabes y europeos donde crece la oposición al embargo. El segundo objetivo es ejercer un control absoluto sobre los recursos petroleros del Golfo (5), a la sombra de un gobierno estadounidense cuyas políticas sufren fuertes presiones del grupo de empresas petroleras nacionales (6). El presidente, el vicepresidente y la directora de Seguridad Nacional han estado muy activos en la industria petrolera nacional y están impresionados por el potencial iraquí para la extracción de petróleo, ya que allí se encuentran las segundas reservas petroleras del mundo, con miles de millones de barriles sin explotar (7). El tercer objetivo es derrocar al gobierno iraquí, considerado como un posible aliado de Al Qaeda. A pesar de las diferencias ideológicas entre ambos, tan claras en las acciones de Al Qaeda y sus aliados en cuanto a que son “defensores del Islam” y de los kurdos, es bastante probable que Saddam Hussein y Al Qaeda colaboren entre sí para realizar actividades terroristas contra intereses estadounidenses. Esto quedó confirmado en el último video de Bin Laden. Algunos objetivos inmediatos consisten en obtener un control militar directo sobre una región estratégica por motivos económicos y políticos, ya que allí hay reservas naturales e intereses de inversión vitales, aunque todavía inestables. Esto se debe a que, para Estados Unidos, el hecho de que haya ganado la oposición islámica en las elecciones de Turquía y la posibilidad de que ese país se integre a la Unión Europea supone una amenaza a sus intereses en la región. La preocupación de Washington se centra también en la debilidad de su principal aliado en la zona, Israel, que no ha logrado llevar adelante las negociaciones para la paz ni ha podido contener –mucho menos suprimir- la Intifada de los palestinos. Estos hechos se completan con una fuerte objeción respecto de la presencia militar estadounidense en el área del Golfo. Los intereses petroleros de Estados Unidos (8) Las reservas petroleras del Golfo, y de Arabia Saudita, Irak, Kuwait e Irán, en particular, constituyen cerca de 70 por ciento del total de las reservas mundiales (9). Los informes de los geólogos confirman que los yacimientos petroleros del Mar del Norte y de Estados Unidos se agotarán en los próximos 10 a 20 años. Además, mientras que el costo de extraer un barril de petróleo por día en Irak es de menos de un dólar y de 2,5 en Arabia Saudita, en el Mar del Norte y en Estados Unidos asciende a cuatro dólares, sin tener en cuenta que el petróleo iraquí es conocido por su excelente calidad, superior a los demás. Según los informes, la necesidad de petróleo de Estados Unidos aumentará en los próximos 20 años, generando así una dependencia de la importación. En 2001, ese país importó 52 por ciento de petróleo para consumo general; en 2020 importará 66 por ciento, lo cual lo obligará a aumentar 60 por ciento las importaciones respecto de la tasa actual. Eso significa un incremento de más de seis millones de barriles por día, es decir, de 10,4 millones a 16,7 millones hacia fines de 202010. Es sabido que las reservas de petróleo de Arabia Saudita e Irak pueden cubrir las necesidades de consumo del mundo entero. Y debido a las tensiones y golpes militares que ha sufrido Irak desde el descubrimiento del petróleo hasta estos últimos tiempos, pasando por la Guerra del Golfo y el embargo impuesto por la ONU, sus reservas petroleras siguen siendo considerables y se calcula que pueden producir más de 300.000 barriles diarios. Consecuencias de la guerra sobre el sistema mundial La Liga de Naciones fue creada luego de la Primera Guerra Mundial para evitar el surgimiento de una nueva guerra. La clara derrota y la división de una nación llevaron al estallido de una Segunda Guerra Mundial. Hay que decir que la Liga de Naciones socavó su propio poder al desestimar la ocupación de Abisinia por parte de Benito Mussolini, y la de Austria y Checoslovaquia por parte de Adolf Hitler. Con la caída de Varsovia en Polonia, ya no quedaba tiempo para que la Liga reaccionase y así estalló la Segunda Guerra Mundial. La ONU fue creada después de la Segunda Guerra Mundial para impedir el estallido de una Tercera Guerra Mundial. Muy pronto, el Consejo tuvo una fuerte sacudida con los hechos de la Guerra Fría, cuando el mundo se volvió bipolar. Ese período mantuvo cierto equilibrio hasta el colapso del bloque soviético, que permite a Estados Unidos ejercer su control sobre todo el mundo. La ONU sufrió luego varias crisis, sobre todo en Medio Oriente, debido al doble discurso que adoptó en sus convenciones internacionales. Si bien era evidente que Israel violaba todas las leyes y resoluciones internacionales con el apoyo político de Estados Unidos, el sistema mundial no tenía la capacidad para aplicar resoluciones internacionales a fin de proteger a los civiles e impedir que se violaran los derechos humanos. Sin embargo, el sistema mundial utilizó todas las medidas posibles en Irak, Libia, Sudán e incluso en Europa -en la ex Yugoslavia-, a fin de implementar resoluciones internacionales. Una de las mayores derrotas de la ONU fue su incapacidad para enviar una comisión a investigar las masacres de Jenin, en Cisjordania, el año pasado. La decisión de mandar un Comité de Investigación fue cambiada por la de enviar un comité de inspección de la verdad con la participación de funcionarios israelíes. Las acciones del comité quedaron suspendidas cuando el gobierno de Israel le prohibió operar en Cisjordania, a menos que cumpliera con condiciones preestablecidas. El comité fue disuelto, el secretario general renunció y la decisión de investigar fue cancelada. El silencio de la ONU respecto de las recurrentes violaciones de los derechos humanos que se producen en Israel con el apoyo incondicional de Estados Unidos, por un lado, y la insistencia del gobierno estadounidense de iniciar una guerra contra Irak sin el apoyo de la ONU, por otro lado, pueden provocar un colapso en el orden internacional y, por consiguiente, en todo el sistema mundial. Las consecuencias de algo así son inconcebibles. Además, hay que mencionar la ausencia de consenso respecto de la guerra que tiene un impacto crítico sobre organizaciones como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Europea, cuya unidad y operatividad están siendo sometidas a prueba. Esto fue expresado por el secretario de Defensa, Donald Rumsfield, según el cual Europa occidental es la “vieja Europa” que lucha por mantener sus antiguas colonias. Según Rumsfield, sólo quedan esperanzas en el futuro de Europa oriental. La Liga Árabe también sufrirá consecuencias graves debido a su incapacidad para asumir una postura clara contra la guerra, en armonía con la posición política de los pueblos que la componen. Los costos de la guerra Un informe de la agencia Associated Press (AP) del 6 de diciembre de 2002 que tuvo amplia difusión indica que los costos de la guerra para Estados Unidos oscilan entre 99.000 millones de dólares, en caso de un rápido éxito militar, y 1,9 billones de dólares en caso de una guerra que dure 10 años. La ofensiva podría causar un impacto también en los mercados petroleros, lo cual afectará, a su vez, los intereses económicos de otros países árabes y europeos. Los costos militares oscilarán entre 50.000 y 140.000 millones de dólares. Los costos de la ocupación y el mantenimiento de la paz se estiman entre 75.000 y 500.000 millones de dólares. El costo de la reconstrucción de Irak oscilará entre 30.000 y 105.000 millones de dólares y los de la ayuda humanitaria entre 1.000 y 10.000 millones de dólares. La presión israelí y el llamado de guerra La posibilidad de la guerra significa para Israel una excelente oportunidad para fortalecer su ilimitado control sobre la región, luego de la destrucción del sistema que ha constituido desde siempre una amenaza a su existencia. El gobierno israelí necesita que estalle la guerra contra Irak y pide a Estados Unidos que derrote a todos los gobiernos árabes que apoyan el terrorismo. De modo que los hechos confirman que habrá guerra a pesar de las protestas generalizadas y de la incapacidad del Consejo de Seguridad de la ONU para asumir una posición clara respecto de este asunto. Israel ha expresado constantemente su deseo de una guerra intensiva, rápida y destructiva, insistiendo en que, por su parte, adoptará medidas defensivas. El fracaso de los sucesivos gobiernos de Israel a la hora de terminar con la Intifada y la imposibilidad de encontrar soluciones que evitaran la ocupación israelí de la mayor parte de la Franja de Gaza y Cisjordania pondrán en jaque su propia existencia. El enfrentamiento con un pueblo que lucha por su liberación como nación no será tan exitosa como se espera. Ariel Sharon lanzó su primera campaña electoral con la promesa de derrotar a la Intifada en 100 días y luego crear un Estado Palestino que responda a sus propias leyes. En el punto muerto en el cual se encuentra hoy, para Israel es cada vez más importante alterar la naturaleza de su guerra con los palestinos convirtiéndola en una lucha de religiones y aprovechando así lo ocurrido el 11 de setiembre como pretexto. El gobierno de Estados Unidos intentó encontrar soluciones al conflicto entre palestinos e israelíes. El presidente de Estados Unidos mandó un enviado tras otro, empezando por George Mitchell y siguiendo con George Tennet (director de la CIA) y Anthony Zenni, el general del Ejército que también fracasó a la hora de establecer un acuerdo. Por último, Bush intentó presentar “el mapa de ruta”, un proyecto que fracasó estrepitosamente ya que sólo podía ofrecer un territorio palestino despedazado y diseminado entre zonas de seguridad y puestos de vigilancia, sin brindar ninguna garantía de que se terminaría la ocupación israelí, se crearía un Estado independiente y se organizaría el regreso de los refugiados y desplazados. Israel también tiene interés en resolver de una vez por todas el problema de Siria y Líbano, que siguen negándose a llegar a un acuerdo. Con las amenazas que pesan ahora sobre la región, Siria y Líbano están sujetos a una amenaza militar creciente por parte del gobierno israelí, que probablemente ampliará el alcance de sus ataques ahora que el mundo está distraído con los sucesos de Irak. Washington ha incluido a Hezbollah, la organización fundamentalista islámica que opera en el sur de Líbano, en la lista de organizaciones terroristas, lo cual incrementó la presión diplomática sobre Siria y Líbano por patrocinar al terrorismo. La contradicción es tan grande que Estados Unidos, antes, había reconocido la legitimidad de las acciones defensivas de Hezbollah en los territorios libaneses ocupados, en el acuerdo al que se llegó en abril de 1996, luego de la debacle de las políticas de ocupación israelíes y las masacres de Qana. Hezbollah fue entonces invitada a participar en el comité que supervisaría la aplicación del acuerdo. Esto confirma la falta de fundamento con la cual Estados Unidos e Israel acusan a Hezbollah de ser una organización terrorista. De hecho, se trata de una forma de resistencia legítima contra la ocupación extrajera, que cuenta con el consentimiento de Estados Unidos. De modo que Israel enfrenta un verdadero dilema debido a la actual Intifada y sus consecuencias, ya que el déficit presupuestario alcanzó los 2.700 millones de dólares en enero de 2003. Además, Israel está recibiendo cada vez más inmigrantes. Si bien el gobierno israelí ha hecho considerables esfuerzos para atraer a los judíos del mundo, las encuestas indican que muchos jóvenes sienten que no tienen futuro en ese país, al punto que 50 por ciento supone que no seguirán siendo ciudadanos israelíes dentro de 10 años. La prestigiosa institución militar israelí también se está resquebrajando: 2.500 soldados se negaron a hacer el servicio militar en Cisjordania y en la Franja de Gaza. Por otra parte, 20,6 por ciento de los depósitos bancarios (25.000 millones de dólares) salieron del país desde que, hace dos años, el gobierno le pidió una ayuda de 12.000 millones de dólares al gobierno de Estados Unidos para evitar un colapso inevitable. Washington exige la creación de una coalición nacional como condición para entregar la ayuda, pero el líder del Partido Laborista, Haim Metznaa, se niega a integrar el gobierno de Sharon para no cometer un nuevo error histórico, ya que en su opinión, la anterior coalición se convirtió en una pantalla política para encubrir las actividades del Likud y los partidos fundamentalistas judíos. En este contexto, los palestinos y los árabes están inquietos ante la posibilidad de que el gobierno de Israel y sus integrantes de línea dura cometan masacres y desplacen a más palestinos. El desplazamiento de palestinos ha estado siempre en la agenda israelí, como manera de prevenir el peligro demográfico palestino. En caso de producirse desplazamientos palestinos, entraría en juego el status quo militar de las fronteras con Siria y Líbano, lo cual comprometería aún más el delicado equilibrio de la región. Comentarios finales En una ponencia presentada durante el Tercer Foro Social Mundial que se llevó a cabo en enero en Porto Alegre, Noam Chomsky alegó que los republicanos están acostumbrados a distraer a la opinión pública estadounidense durante las elecciones presidenciales. Así, en lugar de tratar asuntos esenciales como la seguridad social, la salud y la educación, hablan del aumento de los impuestos que implica cumplir con dichos servicios. Debido a esas políticas, los republicanos siempre han llevado el déficit económico al máximo, lanzando sucesivas guerras contra el terror. Eso fue lo que trató de hacer Ronald Reagan en 1981, cuando atacó a Libia, Nicaragua y Granada. La misma política fue adoptada por Bush padre cuando lanzó una guerra contra el terror en aquella Tormenta del Desierto, y eso es exactamente lo que está haciendo Bush hijo, además de su primera guerra “contra las drogas” que resultó desastrosa, sobre todo en cuanto a las constantes intervenciones militares no declaradas en América Latina, sobre todo en Colombia. Los ataques del 11 de setiembre sirvieron como pretexto para llevar a cabo el sueño histórico concebido por quien era secretario de Estado de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. El sueño consiste en controlar el petróleo del Golfo, considerado “la fuente del poder estratégico y uno de los recursos más valiosos del mundo”. Por otra parte, es importante destacar la referencia de Chomsky a las encuestas de opinión realizadas en Europa Canadá. Las encuestas en este último país revelan que un tercio de los canadienses cree que la principal amenaza para el mundo es Estados Unidos. Quienes creen eso son el doble de quienes piensan que Irak o Al Qaeda constituyen el mayor peligro. La otra encuesta realizada por la revista Time indica que 80 por ciento de los europeos opina que Estados Unidos representa la mayor amenaza mundial, mientras que 10 por ciento supone que el peor peligro son Irak y Corea del Norte. Una representante del partido laborista de Gran Bretaña, Alice Mahone, declaró que la oligarquía internacional no tiene derecho a obligarnos a aceptar una aventura de consecuencias inconcebibles ni a planear un ataque contra Irak, obligando a la mayoría del planeta a participar en una guerra a la cual se opone con todas sus fuerzas. ¿Será escuchada nuestra protesta conjunta? Notas (1) El coronel Scott Feil, estratega militar, insistió en que Estados Unidos refuerce su compromiso con la estabilidad y la seguridad de la región. Una vez que Saddam ya no esté en el poder, recomendó eliminar el aparato de seguridad iraquí. Durante el período de transición, recomendó que se envíe una fuerza de seguridad estadounidense de 75.000 efectivos para patrullar y proteger las grandes ciudades, los límites con Irán y Siria, los ríos Eufrates y Tigris, y los pozos petroleros. Además, 4.000 supervisores policiales internacionales deberían unirse a esas fuerzas. Feil estimó que el costo total de su propuesta de seguridad podría alcanzar los 16.000 millones de dólares y subrayó que la reconstrucción después del conflicto requiere cooperación y compromiso internacional. “La comunidad internacional debería empezar ahora a planificar y asignar papeles y tareas claves”, declaró Feil ante el Comité de Relaciones del Programa de Asociación del Ejército de Estados Unidos (Ghada Al Najjar, “El Senado hace audiencias sobre la reconstrucción del Irak post Saddam”,texto en inglés: "Senate Holds Hearings on Reconstruction of Post-Saddam Iraq", 2 de agosto de 2002). (2) La conferencia, realizada en Londres el 15 y 16 de diciembre de 2002, mencionó el nombre de 75 personas que fueron asignadas para llevar a cabo tareas durante el período provisional posterior a la caída del presidente de Irak, Saddam Hussein, y antes del establecimiento de un nuevo régimen que, según se acordó, será democrático y federal. El consejo, que intervino en el comité de seguimiento de la conferencia, rechazó una propuesta estadounidense de entrenar y armar a la oposición iraquí. Los participantes de la conferencia dijeron que un delegado especial de Estados Unidos, Zalmai Khalil Zada, amenazó con la puesta en práctica de otras posibilidades, incluso la de nombrar un presidente militar en Irak (luego de derrocar al gobierno actual), si en la conferencia no se llegaba a un acuerdo. (Arab News, "On the London's Iraqi opposition conference", 18 de diciembre de 2002). (3) Por ejemplo, el gobierno de George W. Bush quería que la oposición aceptara un papel “prominente” en el cambio de régimen. Pero el texto acordado utiliza la palabra “dominante”. Además, Estados Unidos quería que el Islam figurara como parte de la identidad del pueblo de Irak, pero la conferencia votó por expresarse del modo siguiente: “La religión islámica es uno de los pilares del Estado y la sharia es la fuente principal de la legislación”. La conferencia subrayó también el rol del Islam en la cultura y el sistema educativo de Irak. (The Middle East Economic Survey, VOL. XLV No 51/52 23/30, diciembre de 2002). (4) Ejecutivos de las compañías petroleras se han estado reuniendo en secreto con los líderes de la oposición iraquí, que cuentan con el apoyo de Estados Unidos. Ahmed Chalabi, líder del Congreso Nacional Iraquí, dijo que “el futuro gobierno democrático de Irak le estará muy agradecido a Estados Unidos por ayudar al pueblo iraquí a liberarse y librarse de Saddam”. Y añadió: “Esperamos que las empresas estadounidenses tengan un papel importante y preponderante en la futura situación petrolera del país”. (Michael Renner, "Iraq: Linchpin of a New Oil Order", World Watch Institute). (5) "Les vrais desseins de M. George Bush", Le Monde Diplomatique, noviembre de 2002. (6) En 1999, el general Anthony C. Zinni, entonces jefe del Comando Central de Estados Unidos, declaró ante el Comité de Servicios Armados del Senado que la región del Golfo Pérsico es de “vital interés” para Estados Unidos y que el país “debe tener libre acceso a los recursos de dicha región”. (Michael Renner, "Iraq: Linchpin of a New Oil Order", World Watch Institute). (7) The Guardian, 23 de enero de 2003. (8) El gobierno de Estados Unidos está representado hoy por personas estrechamente ligadas a la industria petrolera, que tiene el mayor poder de presión en ese país. El presidente George Bush, propietario de Arbusto, le vendió su empresa casi fundida a Spectrum, que lo designó para integrar su comité directivo. Antes de asumir su cargo, el vicepresidente Dick Cheney era director general de Haliburton, que suministra servicios a las compañías petroleras. La Asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, integraba el comité directivo de Chevron. El secretario de Comercio, Don Evans, fue presidente de la Tom Brown Corporation, que produce 1,2 millones de barriles de petróleo por día. La secretaria del Interior, Gale Norton, trabajó como abogada en Delta Petroleum y dirige la denominada Coalición de Ambientalistas Republicanos, financiada por B.P. Amoco. (9) Las reservas petroleras de países islámicos como Irán, Irak, Arabia Saudita, Kuwait, Azerbaijan, Uzbekistán, Kazajstán, Turkmenistán, Libia, Argelia, Nigeria e Indonesia constituyen alrededor de 95 por ciento de las reservas mundiales, según Robert Fisk. 10. The Guardian, 23 de enero de 2003. ---------------- (*) Ziad Abdel Samad es director ejecutivo de la Arab NGO Network for Development (ANND, Red de ONG Arabes para el Desarrollo). El autor agradece a Zeina Halabi por su colaboración.

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