martes, 30 de junio de 2009

ATILIO BORÓN - De la guerra infinita a la crisis infinita

(Ponencia presentada al XI Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, La Habana, Cuba, 2009) 17 de Marzo de 2009
Esta crisis global trasciende lo financiero o bancario y afecta a la economía real en todos sus departamentos. Siendo la crisis del sistema capitalista, no hay solución dentro del sistema, sólo paliativos. La solución de fondo sólo la puede ofrecer una alternativa socialista, escribe Atilio A. Borón.
En las páginas que siguen quisiéramos exponer algunas ideas en torno a la actual crisis capitalista, sus probables “salidas” y el papel que en ella podría desempeñar una opción socialista. Dadas las restricciones de tiempo evitaremos innecesarios tecnicismos y trataremos de plantear las cosas de forma simple, pero sin caer en simplismos.
1. Comencemos caracterizando a esta crisis por la negativa, diciendo lo que esta crisis no es. Esto es importante porque el bombardeo mediático al que están sometidas nuestras sociedades presenta a los economistas y otros publicistas del establishment hablando de una “crisis financiera” o “crisis bancaria”. Poco antes, ni siquiera eso: se decía que estábamos en presencia de una crisis de las hipotecas “sub-prime”. Se pretende, de este modo, minimizar a la crisis, subestimarla, presentarla ante los ojos de la población como un incidente relativamente menor en la marcha de los mercados y que para nada pone en cuestión la salud y viabilidad del capitalismo como supuesta “forma natural” de organización de la vida económica. El paso del tiempo se encargó de demoler todas estas falacias.
2. ¿Qué clase de crisis, entonces? Si bien estamos apenas transitando su primera fase y aún cuando aquélla “no ha tocado fondo” no sería temerario pronosticar que nos hallamos ante una crisis general del sistema capitalista en su conjunto, la primera de una magnitud comparable a la que estallara en1929 y a la llamada “Larga Depresión” de 1873-1896. Una crisis integral, civilizacional, multidimensional, cuya duración, profundidad y alcances geográficos el tiempo se encargará de demostrar que será de mayor envergadura que las que le precedieron.
3. La crisis se torna visible, inocultable, por el estallido de la burbuja creada en torno a las hipotecas “sub-prime” y luego se transmite, rápidamente, a los bancos e instituciones financieras de Wall Street, y finalmente se extiende a todos los sectores y a la economía mundial. Pero la burbuja, y su estallido, es el síntoma; es como la fiebre que denuncia la presencia de una peligrosa infección. No es tanto la enfermedad (aunque podría argumentarse que la tendencia permanente en el capitalismo a formar burbujas especulativas también es un signo de insalubridad) como su manifestación externa, la que por momentos adquiere contornos ridículos o aberrantes. Ejemplo: la compra que efectúa en Marzo del 2008 el gigantesco banco JP Morgan del Banco de Inversiones Bear Stearns, el quinto en importancia en Wall Street, operación que se cierra por la irrisoria suma de $ 236 millones. Una semana más tarde el precio de esa firma se multiplicó por cinco. Pocos meses después, en Septiembre, y ante la pasividad de las autoridades económicas, se produce la bancarrota de Lehman Brothers, uno de los principales bancos de inversión de Estados Unidos. Merrill Lynch, su competidor en ese rubro, es vendido de urgencia al Bank of America en 50.000 millones de dólares.
4. Se trata, por lo tanto, de una crisis que trasciende con creces lo financiero o bancario y afecta a la economía real en todos sus departamentos. Y además es una crisis que se propaga por la economía global y que desborda las fronteras estadounidenses.
Todos los esfuerzos para ocultarla a los ojos del público resultaron en vano: era demasiado grande para eso.
5. Sus causas estructurales son bien conocidas: es una crisis de superproducción y a la vez de subconsumo, el mecanismo periódico de “purificación” de capitales típico del capitalismo. No por casualidad estalló en EEUU, porque este país hace más de treinta años que vive artificialmente del ahorro y del crédito externo, y estas dos cosas no son infinitas ni inagotables: las empresas se endeudaron por encima de sus posibilidades y se lanzaron a realizar riesgosas operaciones especulativas; el Estado se en- deudó irresponsable y demagógicamente para hacer frente no a una sino a dos guerras, no sólo sin aumentar los impuestos sino que reduciéndolos y, además, los particulares han sido sistemáticamente impulsados, vía la publicidad comercial, a endeudarse para sostener nivel de consumo desorbitado, irracional y despilfarrador. Era sólo cuestión de tiempo para que esta espiral de endeudamiento indefinido se detuviera catastróficamente. Y ese momento ya llegó.
6. Pero a estas causas estructurales hay que agregar otras que colaboraron en el desenlace.
La acelerada financiarización de la economía, y su correlato, la irresistible tendencia hacia la incursión en operaciones especulativas cada vez más riesgosas. El capital creyó haber descubierto la “fuente de Juvencia” en la especulación financiera: el dinero generando más dinero prescindiendo de la valorización que le aporta la explotación de la fuerza de trabajo. Además, este maravilloso descubrimiento tenía la fascinación de la velocidad: fabulosas ganancias se pueden lograr en cuestión de días, o semanas a lo máximo, gracias a las oportunidades que la informática ofrece de vencer toda restricción de tiempo y espacio. Los mercados financieros desregulados a escala planetaria incentivaron la adicción del capital a dejar de lado cualquier cualquier escrúpulo o cualquier cálculo. Tal como lo recordara Michel Collon recientemente tenía razón Karl Marx cuando escribió que “Al capital le horroriza la ausencia de beneficio.
Cuando siente un beneficio razonable, se enorgullece. Al 20%, se entusiasma. Al 50% es temerario. Al 100% arrasa todas las leyes humanas y al 300%, no se detiene ante ningún crimen.”[1]
7. Otras circunstancias favorecieron el estallido de la crisis. Sin duda, las políticas neoliberales de desregulación y liberalización hicieron posible que los actores más poderosos que pululan en los mercados, los grandes oligopolios transnacionales, impusieran “la ley de la selva,” tal como lo expresara Fidel en una de sus reflexiones. Mercados descontrolados, o controlados por las pasiones y los intereses de los oligopolios que lo dominan, tenían que terminar produciendo una catástrofe como la actual. Tiene razón Samir Amin cuando dice que estamos en presencia de una crisis que no fue producida por la lucha de clases sino por la prolongada acumulación de las contradicciones propias del capital.
8. Primer dato significativo de la crisis actual: una enorme destrucción de capitales a escala mundial, proceso salvaje que los economistas convencionales dulcificaron y sublimaron, como lo hiciera Joseph Schumpeter, caracterizándolo como una “destrucción creadora” de fuerzas productivas. En Wall Street esta “destrucción creadora” hizo que la desvalorización de las empresas que cotizan en esa bolsa llegase a casi el 50 %; en Europa, las pérdidas superan levemente esa marca. Ergo: una empresa que antes cotizaba en bolsa un capital de 100 millones, ¡ahora tiene 50 millones! Las consecuencias recesivas de tamaña destrucción de capitales son fáciles de identificar: caída de la producción, desempleo, derrumbe de los precios, de los salarios, del poder de compra.
Es decir, el círculo vicioso de la depresión económica. Veamos el diagnóstico que realiza un observador sobre el panorama de Wall Street: “el sistema financiero en su totalidad está a punto de estallar. Ya tenemos más de $ 500.000 millones en pérdidas bancarias, y hay un billón más que está por llegar. Más de una docena de bancos están en bancarrota, y hay cientos más esperando correr la misma suerte. A estas alturas más de un billón de dólares han sido transferidos desde la FED al cartel bancario, pero un billón y medio más será necesario para mantener la liquidez de los bancos en los próximos años.” [2] Para Stathis, como para muchos otros, lo que estamos viviendo es la fase inicial de una larga depresión, y la palabra recesión, tan utilizada recientemente, no captura en todo su dramatismo lo que el futuro depara para el capitalismo.
a. Un ejemplo entre los muchos será suficiente para ilustrar esta cuestión: La acción ordinaria de Citigroup perdió el 90 % de su valor en 2008. ¡La última semana de febrero cotizaba en Wall Street a $ 1.95 por acción! Un informe elaborado por una consultora financiera de la India señala que diez años atrás una acción del Citigroup le permitía a una persona ofrecer una cena para su familia en un buen restaurant indio de Nueva York. En ese entonces, el 19 de Febrero de 1999, la acción de Citigroup cotizaba a $ 54.19; diez años más tarde, el 21 de Febrero del 2009, esa misma acción valía apenas $1.95 (¡de un dólar devaluado!) y no alcanzaba siquiera para ordenar un plato de maníes. Sobran ejemplos de este tipo.[3]
9. Este proceso de destrucción de capitales no es neutro pues favorecerá a los mayores y mejor organizados oligopolios, que desplazarán a sus rivales de los mercados. La “selección darwiniana de los más aptos” despejará el camino para nuevas fusiones y alianzas empresariales, enviando a los más débiles a la quiebra y aumentando la centralización y concentración de los capitales.
10. Segundo dato significativo: acelerado aumento del desempleo. En un reciente artículo Ignacio Ramonet aportó los grandes números sobre el tema. Allí nos informa que la OIT estima que el número de desempleados en el mundo (unos 190 millones en 2008) podría incrementarse en 51 millones más a lo largo de 2009. Y recuerda que los trabajadores pobres (que ganan apenas dos euros diarios) serán 1.400 millones, o sea el 45% de la población económicamente activa del planeta. En esa misma nota Ramonet afirma que en Estados Unidos la recesión ya destruyó 3,6 millones de puestos de trabajo, a un ritmo nunca visto. La mitad durante los últimos tres meses. El total de desempleados ya asciende a 11,6 millones. Y firmas gigantes como Microsoft, Boeing, Caterpilar, Kodak, Pfizer, Macy’s, Starbucks, Home Depot, SprintNextel o Ford Motor planean desprenderse de 250.000 asalariados en 2009. En la UE, el número de desempleados es de 17,5 millones, 1,6 millones más que hace un año. Y para 2009, se prevé la pérdida de 3,5 millones de empleos. En 2010, la desocupación escalará hasta el 10% de la población activa. En Sudamérica, también según la OIT, en 2009, se registrará un aumento de 2,4 millones de desempleados. Si bien los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay), así como Venezuela, Bolivia y Ecuador, podrían capear el temporal, varios Estados centroamericanos así como México y Perú, por sus estrechos lazos con la economía estadounidense, serán fuertemente golpeados por la crisis. [4]
11. Por lo tanto, estamos ante una crisis que afecta a todos los sectores de la economía: la banca, la industria, los seguros, la construcción, la agricultura, la minería, etcétera y que se disemina por todo el conjunto del sistema capitalista internacional. El“contagio” se produjo de inmediato en los capitalismos desarrollados y luego pasó a diseminarse rápidamente por la periferia. Cuánto más vinculados con la dinámica de los capitalismos centrales se encuentren estos países -como por ejemplo México u otros por su condición de signatarios de TLCs con Estados Unidos- más rápida será la propagación de la crisis y más profundos y perjudiciales serán sus efectos.
12. Mecanismos principales de transmisión de la crisis son los ajustes en los planes de producción de las grandes transnacionales, que dominan casi sin contrapeso las economías latinoamericanas. Decisiones que se toman en los centros mundiales y que afectan a las subsidiarias de la periferia generando despidos masivos, interrupciones en las cadenas de pagos, caída en la demanda de insumos, etcétera. En el artículo ya citado Ignacio Ramonet observa que “Grecia ha prohibido a sus bancos que socorran a las sucursales en otros países balcánicos. EEUU ha decidido apoyar a las Big Three (Chrysler, Ford, General Motors) de Detroit, pero sólo para que salven sus plantas en el país. No ayuda a las multinacionales extranjeras (Toyota, Kia, Volkswagen, Volvo) instaladas en su territorio. Francia y Suecia han anunciado que condicionarán las ayudas a sus industrias automotoras: sólo podrán beneficiarse los centros ubicados en sus respectivos países. La ministra francesa de Economía, Christine Lagarde, declaró que el proteccionismo podía ser “un mal necesario en tiempos de crisis”. El ministro español de Industria, Miguel Sebastián, insta a “consumir productos españoles”.” Y Barack Obama, agregamos nosotros, promueve el “buy American! ”
13. Otras fuentes de propagación de la crisis, en la periferia, son:
a. La caída en los precios de las commodities que exportan los países latinoamericanos y caribeños, con su secuelas recesivas y el aumento de la desocupación.
b. Drástica disminución de las remesas de los emigrantes latinoamericanos y caribeños residentes en los países desarrollados. Hay que recordar que en algunos casos las remesas son el ítem más importante en el ingreso internacional de divisas, por encima de lo obtenido por las exportaciones.
c. Retorno de los emigrantes, deprimiendo aún más el mercado de trabajo, aumentando el desempleo, reduciendo los salarios y comprimiendo el nivel de consumo.
14. Pero la crisis actual muestra facetas más preocupantes que las dos grandes depresiones del siglo diecinueve y el siglo veinte:
a. En primer lugar porque la que estalló en la segunda mitad del año pasado se conjuga con una profunda crisis del paradigma energético predominante basado en el uso irracional y predatorio del combustible fósil, un recurso finito y no renovable, lo que requiere imperativamente su reemplazo. La superposición de esta crisis con la crisis general del capitalismo agrava las cosas al tornar impostergable el inicio de una costosa y difícil transición hacia un paradigma energético alternativo basado en fuentes no fósiles y renovables. Tarea enormemente costosa y de por sí, en condiciones normales, nada sencilla para realizar; mucho menos ahora, cuando urge hacerla bajo condiciones tan desfavorables como las de la crisis de nuestros días. [5]
b. En segundo lugar porque esta crisis coincide con la creciente toma de conciencia de los catastróficos alcances del cambio climático. Enfrentar esta amenaza, que pone en juego el destino mismo de toda forma de vida en el planeta tierra, supone significativos ajustes en la estructura económica que decretarán la obsolescencia de algunas gigantescas empresas y facilitarán el surgimiento de nuevas unidades productivas.
En otras palabras: se acelerará y profundizará la pugna inter-burguesa en el seno de las clases dominantes del sistema imperialista y las autoridades estatales tendrán que demostrar una firmeza extraordinaria para lograr imponer una solución al desafío ecológico.
c. Agréguese a lo anterior la crisis alimentaria, agudizada por la pretensión del capitalismo de mantener un irracional patrón de consumo que ha llevado a reconvertir tierras aptas para la producción de alimentos en campos destinados a la elaboración de agrocombustibles. El efecto de esta política ya ha sido puesto de manifiesto en los grandes aumentos experimentados por algunos items básicos de la canasta alimentaria de América Latina como el maíz, provocando una descontrolada alza de precios de la tortilla en México.
15. Pero la crisis recién comienza: Obama reconoció que no hemos tocado fondo todavía, y que “tal vez los EEUU deban elegir un nuevo presidente…” Un agudo comentarista de esta crisis, Michael Klare, escribió días pasados que “si el actual desastre económico se convierte en lo que el presidente Obama ha denominado ‘década perdida’, el resultado podría consistir en un paisaje global lleno de convulsiones motivadas por la economía.” [6]
16. No deja de ser sumamente significativo que frente al optimismo de varios gobernantes latinoamericanos que hablan de que sus economías están “blindadas” para resistir a pie firme a la crisis, el ocupante de la Casa Blanca piense que es muy posible que un verdadero desastre económico se precipite sobre el corazón del imperio ocasionando la pérdida de una década de crecimiento.
a. Los antecedentes históricos avalan ese pesimismo: en 1929 la desocupación en EEUU llegó al 25 %, al paso que caían los precios agrícolas y de las materias primas. Pero 10 años después, y pese a las radicales políticas puestas en marcha por Franklin D. Roosevelt (el New Deal), la desocupación seguía siendo muy elevada (17 %) y la economía no lograba salir de la depresión. Sólo la Segunda Guerra Mundial puso fin a esa etapa. Y ahora, ¿por qué habría de ser más breve?
b. La depresión de 1873-1896, duró ¡23 años! Los factores que la precipitaron fue el colapso de la Bolsa de Valores de Viena, producido también por una burbuja especulativa ligada al precio de la tierra en París y las grandes construcciones que comenzaron en esa ciudad luego de la derrota francesa en la guerra Franco-Prusiana. Las reparaciones de guerra exigidas a los franceses y los grandes pagos que debían efectuar a favor de Alemania contribuyeron a crear las condiciones de la crisis, así como la especulación de tierras que se inició en Estados Unidos una vez finalizada la Guerra Civil relacionada con la construcción de grandes emprendimientos ferroviarios que originó otra burbuja que estalló en 1873.
c. Dados estos antecedentes, ¿por qué ahora saldríamos de la actual crisis en cuestión de meses, como vaticinan algunos publicistas y “gurúes” de Wall Street y sus “repetidores” en la periferia del sistema.
17. No se saldrá de esta crisis con un par de reuniones del G-20, o del G-7. Tampoco apelando a los inmensos rescates dispuestos por los gobiernos de los capitalismos metropolitanos.
Si una prueba hay de su radical incapacidad para resolver la crisis es la respuesta de las principales bolsas de valores del mundo luego de cada anuncio o cada sanción de una ley aprobatoria de un nuevo rescate: invariablemente la respuesta de “los mercados”, en realidad, de los oligopolios que los controlan a su antojo, es negativa, y las bolsas vuelven a caer. No es suficiente, dicen. Necesitamos más y más. Si fuera preciso, socializar toda la riqueza producida por el planeta y destinarla a preservar la integridad de nuestros intereses y la santidad de nuestro patrimonio.
a. Según atestigua George Soros “la economía real sufrirá los efectos secundarios, que ahora están cobrando brío. A estas alturas, la reparación del sistema financiero no impedirá una recesión mundial grave. Puesto que en estas circunstancias el consumidor estadounidense ya no puede servir de locomotora de la economía mundial, el Gobierno estadounidense debe estimular la demanda. Dado que nos enfrentamos a los retos amenazadores del calentamiento del planeta y de la dependencia energética, el próximo Gobierno debería dirigir cualquier plan de estímulo al ahorro energético, al desarrollo de fuentes de energía alternativas y a la construcción de infraestructuras ecológicas.
Este estímulo podría convertirse en la nueva locomotora de la economía mundial.”
[7] Bonitas palabras pero, ¿que grados de viabilidad tiene una propuesta como ésta, que ataca al consumismo norteamericano, al poder de los grandes lobbies vinculados a las industrias del petróleo y automovilística, y que implica ampliar extraordinariamente las capacidades de intervención y gestión directa del estado?
18. Se abre por lo tanto un largo período de tironeos y negociaciones para definir de qué forma se saldrá de la crisis, quienes serán los beneficiados y quienes deberán pagar sus costos.
a. Conviene recordar que en1929, el armado de Bretton Woods, el diseño de la arquitectura económica y financiera internacional que resultó fundamental para la recuperación de la posguerra, llevó casi un año de arduas negociaciones, que culminaron con la Conferencia que tuvo lugar en esa ciudad de New Hampshire entre el 1 y el 22 de Julio de 1944.
b. Que tales acuerdos, concebidos en el marco de la fase keynesiana del capitalismo, coincidieron con la estabilización de un nuevo modelo de hegemonía burguesa que, producto de las consecuencias de la guerra y la lucha anti-fascista tenía como nuevo e inesperado telón de fondo el fortalecimiento de la gravitación de los sindicatos obreros, los partidos de izquierda y las capacidades reguladoras e interventoras de los estados.
19. ¿Es razonable esperar un desenlace similar a la crisis actual? Cualquier pronóstico en una situación tan volátil como ésta es sumamente arriesgado, pero de partida nomás hay que tener en cuenta que existen varias significativas diferencias entre los respectivos contextos globales de la crisis.
a. En primer lugar, ya no está la URSS, cuya sola presencia y la amenaza de la extensión hacia Occidente de su ejemplo inclinaba la balanza de la negociación a favor de la izquierda, sectores populares, sindicatos, etc. Si la burguesía europea se avino a negociar y aceptar algunas conquistas de los trabajadores no fue sólo por el empeño y la fuerza por éstos demostradas a lo largo de muchos años de lucha. También jugó un papel muy importante la sombra que la URSS proyectaba sobre todas esas negociaciones y esos compromisos.
b. En la actualidad China ocupa un papel incomparablemente más importante en la economía mundial que el que en su tiempo tuviera la URSS, pero sin una importancia paralela reflejada en la política mundial. La URSS, en cambio, pese a su debilidad económica era una formidable potencia militar y política. Gracias a ello era un “jugador” de primer orden en los principales terrenos de la política mundial. China es una potencia económica, pero con escasa presencia militar y política en los asuntos mundiales, si bien está comenzando un muy cauteloso y paulatino proceso de reafirmación de sus intereses en la política mundial.
c. Pese a estas salvedades China puede llegar a jugar un papel positivo para la estrategia de recomposición económica de los países de la periferia. Golpeada también por la crisis, Beijing está gradualmente reorientando sus enormes energías nacionales hacia el mercado interno. Por múltiples razones que sería imposible discutir aquí es un país que necesita que su economía crezca al 8 % anual, sea como respuesta a los estímulos de los mercados mundiales o a los que se originen en su inmenso –y sólo parcialmente explotado- mercado interno. De confirmarse ese viraje es posible predecir que China seguirá necesitando muchos productos originarios de los países del Tercer Mundo, como níquel, cobre, acero, petróleo, soja y otras materias primas y alimentos.
d. En la Gran Depresión de los años 30, en cambio, la URSS tenía una muy débil inserción en los mercados mundiales. Se puede decir que era prácticamente autárquica y que, por lo tanto, no podía jugar ningún rol significativo en la crisis, sobre todo en materia económica. Podía movilizar, no sin dificultades, los partidos comunistas articulados en la Tercera Internacional. No era poco, pero tampoco era suficiente. Hoy con la China es distinto: podrá seguir jugando un papel muy importante y, al igual que Rusia e India (aunque éstas en menor medida) comprar en el exterior las materias primas y alimentos que necesite, a diferencia de lo que ocurría con la URSS en los tiempos de la Gran Depresión.
e. En los 30s la “solución” de la crisis se encontró en el proteccionismo y la guerra mundial. Hoy, aunque se quisiera, el proteccionismo tropezará con muchos obstáculos debido a la interpenetración de los grandes oligopolios nacionales en los distintos espacios del capitalismo mundial. La conformación de una burguesía mundial, arraigada en gigantescas empresas que, pese a su base nacional, operan en un sinnúmero de países, hace que la opción proteccionista en el mundo desarrollado sea de escasa efectividad en el comercio Norte/Norte y las políticas tenderán -al menos por ahora y no sin tensiones- a respetar aunque sea a regañadientes los parámetros establecidos por la OMC. La carta proteccionista aparece como mucho más probable cuando se la aplique, como seguramente se hará, en contra del Sur global. Bajo estas condiciones, una guerra mundial motorizada por “burguesías nacionales” del mundo desarrollado dispuestas a luchar entre sí por la supremacía en los mercados es prácticamente imposible porque tales “burguesías” han sido desplazadas por el ascenso y consolidación de una “burguesía imperial” dueña de un proyecto de dominación mundial, que periódicamente se reúne en Davos para coordinar estrategias y técticas y para la cual la opción de un enfrentamiento militar constituiría un fenomenal despropósito. Pero eso no quiere decir que esa “burguesía imperial” no apoye, como lo ha hecho hasta ahora con las aventuras militares de Estados Unidos en Irak y Afganistán, la realización de otras operaciones militares en la periferia del sistema, necesarias para preservación de la rentabilidad del complejo militar-industrial norteamericano e, indirectamente, para los grandes oligopolios de los demás países.
20. ¿Se derrumbará el capitalismo norteamericano?
La situación actual no es igual a la de los años treintas. Pero, más allá de eso, hay que recordar una frase de Lenin cuando decía que “el capitalismo no se cae si no hay una fuerza social que lo haga caer.” Y esa fuerza social hoy no está presente en las sociedades del capitalismo metropolitano, incluido Estados Unidos. En esa época había una disputa por la hegemonía en el seno del sistema imperialista mundial: Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania, Francia y Japón dirimían en el terreno militar su pugna por la hegemonía imperial.
21. Hoy, la hegemonía y la dominación están claramente en manos de Estados Unidos.
a. Es el único garante del sistema capitalista a escala mundial. Si Estados Unidos cayera desencadenaría un efecto dominó que provocaría el derrumbe de casi todos los capitalismos metropolitanos, para ni hablar de la periferia del sistema. Por eso, en caso de que Washington se vea amenazado por una insurgencia popular todos acudirán a socorrerlo, porque es el sostén último del sistema y el único que, en caso de necesidad, puede socorrer a los demás.
b. Estados Unidos es un actor irreemplazable y centro indiscutido del sistema imperialista mundial: sólo él dispone de más de 700 misiones, enclaves y bases militares en unos 120 países constituyen la reserva final del sistema. Si las demás opciones fracasan, la fuerza aparecerá en todo su esplendor. Y sólo EEUU puede desplegar sus tropas y su arsenal de guerra para mantener el orden a escala planetaria. Es, como dijera Samuel Huntington, “el sheriff solitario”. Y no hay otro.
c. Por otra parte, hay que recordar que este “apuntalamiento” del centro imperialista cuenta con la invalorable colaboración de los demás socios imperiales, o con sus competidores en el área económica e inclusive con la mayoría de los países del Tercer Mundo, que acumulan sus reservas en dólares estadounidenses. Ahora bien: ni China, Japón, Corea o Rusia, para hablar de los mayores tenedores de dólares del planeta, pueden liquidar su stock en esa moneda porque sería una movida suicida. Pero esta también es una consideración que debe ser tomada con mucha cautela y dependerá del curso de los acontecimientos.
d. La conducta de los mercados y de los ahorristas de todo el mundo fortalece la posición norteamericana: la crisis se profundiza, los rescates demuestran ser insuficientes, el Dow Jones de Wall Street cae por debajo de la barrera psicológica de los 7.000 puntos –¡descendiendo por debajo de la marca obtenida en 1997!- y pese a ello la gente busca refugio en el dólar, ¡cayéndose las cotizaciones del € y el oro!
22. Fidel, en “La Ley de la Selva”, decía que “La crisis actual y las medidas brutales del gobierno de EEUU para salvarse traerán más inflación, más devaluación de las monedas nacionales, más pérdidas dolorosas de los mercados, menores precios para las mercancías de exportación, más intercambio desigual. Pero traerán también a los pueblos más conocimiento de la verdad, más conciencia, más rebeldía y más revoluciones”.[8]
a. Diagnóstico este que, en líneas generales, plantea también un autor de tan irreprochables credenciales conservadoras como Zbigniev Brzezinski. Cuando en un reciente reportaje radial se le preguntó si creía que podría haber conflicto de clases en Estados Unidos, respondió que “estoy preocupado porque vamos a tener millones y millones de desocupados, mucha gente pasándola realmente muy mal. Y esa situación estará presente por un tiempo antes de que las cosas eventualmente mejoren. Al mismo tiempo hay una conciencia pública de la riqueza extraordinaria que se transfirió a los bolsillos de unos pocos individuos, en niveles sin precedentes históricos en Estados Unidos. Y yo me pregunto: ¿qué puede pasar en esta sociedad cuando toda esa gente se quede sin trabajo, con sus familias dañadas, cuando pierdan sus casas? … Si el Congreso no actúa habrá un conflicto cada vez mayor entre las clases, y si la gente está desocupada y realmente golpeada, ¡demonios, hasta podríamos llegar a tener gravísimos tumultos sociales!” [9]
23. ¿Cuáles alternativas para los pueblos?
a. Estamos en presencia de una crisis que es mucho más que una crisis económica, o financiera. Se trata de una crisis integral de un modelo civilizatorio que es insostenible económicamente, por los estragos que está causando; políticamente, porque requiere apelar cada vez más a la violencia en contra de los pueblos; insustentable también ecológicamente, dada la destrucción, en algunos casos irreversible, del medio ambiente; e insostenible socialmente, porque degrada la condición humana hasta límites inimaginables y destruye la trama misma de la vida social.
b. La respuesta a esta crisis, por lo tanto, no puede ser sólo económica o financiera. Las clases dominantes harán exactamente eso: utilizar un vasto arsenal de recursos públicos para socializar las pérdidas y reflotar a los grandes oligopolios. Encerrados en la defensa de sus intereses más inmediatos carecen siquiera de la visión para concebir una estrategia más integral.
c. En el campo popular se impone una meticulosa preparación para este nuevo período histórico signado por la crisis general capitalista. Esto ofrecerá nuevas oportunidades de lucha y abre la posibilidad, en algunos países, de conquistar si no un triunfo revolucionario al menos un avance revolucionario que mejore sustancialmente la situación de los trabajadores en la sociedad capitalista.
d. Pero también hay que ser conciente de que esta situación bien podría revertir y dar lugar a una aplastante derrota del campo popular. Sería ingenuo pensar que porque el capitalismo está en crisis su suerte está echada. Una recomposición reaccionaria del orden burgués también figura entre las posibilidades que alberga la actual coyuntura.
e. Hasta ahora las tensiones y sufrimientos provocados por la crisis se han traducido, en el mundo desarrollado, en una acelerada escalada de xenofobia y racismo. Pero el malestar social también se ha cobrado otras víctimas. En el ya mencionado trabajo Ignacio Ramonet sostiene que “(L)as turbulencias ya han causado la caída de los Gobiernos de Bélgica, Islandia y Letonia. Se han registrado manifestaciones en Francia, con una huelga nacional el 29 de enero y enfrentamientos violentos en Guadalupe. Los países más vulnerables de la UE: Hungría, Bulgaria, Grecia, Letonia, Lituania… también han registrado protestas y disturbios más o menos violentos.” [10] En la misma línea de preocupación se encuentra el análisis, también ya referido, de Michael Klare, nos dice que ya se han sucedido episodios de violencia en Atenas, Longnan (China), Puerto Príncipe (Haití), Riga (Letonia), Santa Cruz (Bolivia), Sofía (Bulgaria), Vilnius (Lituania), y Vladivostok (Rusia) mientras que en Reikiavik, Paris, Roma y Zaragoza a Moscú y Dublín han sido testigos de importantes protestas provocadas por el creciente desempleo y los salarios en descenso.” [11]
f. En América Latina el impacto de la crisis es inocultable. Dada la elevada extranjerización de nuestras economías y el papel crucial en que ellas desempeñan los grandes oligopolios transnacionales, las políticas de ajustes y reducción de costes que promuevan sus casas matrices son aplicadas al pie de la letra en nuestros países. Si en la gran crisis anterior, la de los años treinta, la absorción de sus impactos más negativos fue posible por el inicio de un proceso de industrialización sustitutiva esa perspectiva hoy se encuentra agotada o, en el mejor de los casos, tiene muy bajas probabilidades de éxito.
g. ¿Qué hacer, entonces? En primer lugar, recordar y aplicar los clásicos axiomas del leninismo que recomiendan, en coyunturas como éstas, intensificar los esfuerzos en materia de organización y concientización del campo popular. Las víctimas de esta situación abarcan un amplio espectro dentro del universo de las clases explotadas y dominadas, y son precisamente estas formaciones sociales las que fueron atomizadas, desorganizadas, fragmentadas por las políticas neoliberales de los últimos treinta años. La reconstitución social, política e ideológica del campo popular es, por lo tanto, un imperativo impostergable de la hora actual. En relación a lo ideológico para convencer a la sociedad de que no hay solución dentro del capitalismo para la crisis actual, sólo paliativos. La solución de fondo sólo la puede ofrecer una alternativa socialista.[ 12] E insistir en lo que decía el revolucionario ruso: la única arma con que cuenta el proletariado es su organización.” Por lo tanto, será preciso dejar de lado los cantos de sirena de autores como Michael Hardt y Antonio Negri (y sus epígonos en América Latina) con su romántica exaltación de la multitud y su espontaneísmo -que rechaza toda forma de organización, jerarquía, educación política, pensamiento estratégico y táctico- ingredientes seguros de una nueva y más catastrófica derrota del campo popular.
No será invocando a la inconmensurabilidad de los cuerpos y su única e irrepetible individualidad como se podrá derrotar a un imperio en decadencia y acosado por una fenomenal crisis en todos los órdenes de la vida.[13]
h. Mientras que la “burguesía imperial” ha perfeccionado sus estructuras de hegemonía y dominación, sus dispositivos de formación de (falsas) conciencias y de disciplinamiento coercitivo criminalizando la protesta social y militarizando las relaciones internacionales, los sectores que constituyen el moderno proletariado se debaten en una profunda desorganización, de la cual pueden surgir actos aislados de resistencia anti-imperialista pero muy difícilmente propuestas efectivas de superación del estado de cosas actual.
i. Se trata, por lo tanto, de coordinar y articular las luchas de distintos grupos y sectores sociales, cada uno de los cuales se reconoce en tradiciones políticas e ideológicas y formas de organización que le son propias. Habrá también que superar un falso maniqueísmo que enfrenta a partidos con movimientos sociales y organizaciones populares: la función de integración del vasto y complejo abanico de demandas populares que realizan los partidos -ese “príncipe colectivo” al que se refería Gramsci- constituye un aporte indispensable para encarar una exitosa lucha anti-capitalista. A su vez, la enorme capacidad de los movimientos para receptar y articular las reivindicaciones puntuales y específicas de los distintos fragmentos del campo popular es un insumo irreemplazable para cualquier partido interesado en superar el orden social vigente.
j. En términos de políticas concretas se impone hacer conciente a la población de que la única lucha que puede arrojar un resultado positivo es la que se plantee una oposición frontal al capitalismo. El neoliberalismo ya se ha batido en retirada, y la crítica debe entonces dirigirse no a una de las políticas o fases del capitalismo, la neoliberal, sino a la estructura fundamental de la sociedad burguesa, cualesquiera sean las formas políticas o económicas que transitoriamente asuma.
k. En línea con lo anterior, una postura netamente anti-capitalista debe pugnar para que en la crisis actual no se produzcan despidos de trabajadores, para lo cual deberán fortalecerse sus organizaciones sindicales y populares; profundizarse los mecanismos de participación democrática, superando las insalvables restricciones impuestas por el modelo liberal y apelando a consultas populares o referendos para resolver las grandes cuestiones nacionales; se recupere el control de los recursos básicos de nuestras sociedades; se reviertan las privatizaciones y las desregulaciones puestas en práctica por el neoliberalismo; se lleve a cabo una profunda reforma tributaria que ponga fin a su escandalosa regresividad; resolver a favor del campo popular los desafíos planteados por la crisis alimentaria y del agua, mediante una profunda reforma agraria concebida en función de las necesidades de la época actual; fortalecer los mecanismos de integración supra-nacional, esquemas como el ALBA y sus instituciones y proyectos (como Petrosur, Telesur, Banco del Sur, Petrocaribe y tantos otros) que permitan constituir un núcleo de resistencia ante las tentativas de las clases dominantes del imperio de descargar el costo de la crisis en nuestros pueblos. En suma: hay políticas concretas que son factibles y se espera sean efectivas para librar con éxito la gran batalla que nos espera. [14]
Notas
[1] Michel Collon, “10 preguntas sobre la crisis”, 6 de Octubre de 2008
[2] Mike Stathis, “America’s financial apocalypse heralds decade long depression”
[3] Cf, “Who would have thought things would come to such a pass?”, en SearchIndia.com
[4] Cf. Ignacio Ramonet, “La explosión del desempleo”, Rebelión, 3 de Marzo de 2008
[5] En fechas recientes Jeffrey Sachs ha planteado que “(l)a ideología del mercado libre es un anacronismo en una era de cambio climático, estrés hídrico, escasez de alimentos e inseguridad energética” y le plantea al presidente Obama la necesidad de un enfoque innovador para salir de la crisis. Es notable el proceso de reconversión del pensamiento de Sachs, un hombre que diseñó y aplicó las tristemente célebres “terapias de shock” en Bolivia en 1985 y luego en Polonia y la Rusia de Boris Yeltsin. Lamentablemente se queda a mitad de camino porque sigue creyendo en la posibilidad de una solución capitalista para este tipo de crisis que hoy nos abruma. Ningún sistema cuya fuerza motriz sea el afán de lucro o el imperativo de la ganancia puede resolver este
desafío. De ahí la necesidad de construir una alternativa socialista. Cf. “Está naciendo un nuevo modelo de capitalismo”, en Clarín (Buenos Aires), 14 de Febrero de 2009.
[6] Ver, “Un planeta en el alero: ¿podrán contenerse los virulentos brotes epidémicos de la economía?”, en Rebelión, 4 de marzo de 2009. Originalmente publicado en Asia Times, el 26 de Febrero de este año:
[7] George Soros, entrevista de Nathan Gardels: “Reparar el sistema financiero no impedirá la recesión”, El País, Madrid, 19 de Octubre de 2008.
[8] “La ley de la selva”, en Granma Digital Internacional, La Habana, 13 de octubre de 2008
[9] Entrevista radial a Zbigniev Brzezinski
[10] Cf. Ignacio Ramonet, “La explosión del desempleo”, op. cit.
[11] Cf. Michael Klare, “Un planeta en el alero”, op. cit.
[12] Cf. nuestro Socialismo Siglo XXI (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2007, de próxima publicación en Cuba) para una discusión sobre las principales características que debe reunir un proyecto de construcción socialista adecuado a las condiciones vigentes en la época actual.
[13] No está demás recordar que un imperio en decadencia, como un régimen político atravesando la misma situación, suele ser más agresivo y mortífero en sus respuestas que otro cuyas bases de sustentación están lo suficientemente aseguradas. Esto lo demuestra muy bien Michael Klare, “Beware empires in decline”, en Asia Times, 19 Octubre 2006, analizando la conducta del decadente imperialismo inglés y francés después de la Segunda Guerra Mundial, y su última intentona de reconstrucción de su hegemonía imperial en la aventura del Canal de Suez en 1956.
[14] Sobre esto, aparte de nuestro ya citado Socialismo Siglo XXI, ver Samir Amin, ¿Debacle financiera, crisis sistémica? Respuestas ilusorias y respuestas necesarias, en Redes Cristianas, 30 Noviembre 2008, ; Eric Toussaint, “De las resistencias a las alternativas”, en www.catdm.be, 21 de Febrero de 2008 y la ponencia de Osvaldo Martínez al XI Encuentro de la ANEC: “La crisis, una vez más”(La Habana, Cuba, Marzo de 2009).
Atilio A. Boron, PLED, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales - Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires - Investigador Superior del CONICET

ATILIO BORÓN - Breve Biografía


Atilio Borón

Profesor Regular Titular de Teoría Política y Social, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires desde 1986.Investigador Superior del CONICET.
Director del PLED, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias SocialesEx -Secretario Ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales / CLACSO, 1997-2006..
Educación
* 1972-76 Ph. D. en Ciencia Política, Universidad de Harvard (Cambridge, Massachusetts).
* 1967 Magister en Ciencia Política de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales / FLACSO (Santiago, Chile).
* 1960 Licenciado en Sociología con Diploma de Honor, Universidad Católica Argentina (Buenos Aires, Argentina).
Publicaciones (sólo desde 2000 hasta la actualidad)
Libros de autoría propia
* 2008 Consolidando la explotación. La academia y el Banco Mundial contra el pensamiento crítico (Córdoba: Editorial Espartaco)
* 2008 Socialismo siglo veintiuno. ¿Hay vida después del neoliberalismo? (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg)
* 2008 Estado, capitalismo y democracia en América Latina (Euskal Herria: Ediciones Hiru) Edición corregida y aumentada.
* 2007 Reflexiones sobre el poder, el estado y la revolución (Córdoba: Editorial Espartaco). ISBN 978-987.1277-05-6. Re-edición ampliada de un texto originariamente publicado en La Habana, Cuba, por el Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello en 2006.
* 2003 Filosofía Política Marxista (São Paulo: Cortez Editora).
* 2002 Imperio & Imperialismo. Una lectura crítica de Michael Hardt y Antonio Negri (Buenos Aires: CLACSO).
* 2000 Tras el búho de Minerva. Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica/CLACSO).

Libros de autoría compartida
* 2009 Con Andrea Vlahusic: El lado oscuro del imperio. La violación de los derechos humanos por los Estados Unidos (Caracas: Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad)

Compilaciones
* 2009 La Filosofía Política Clásica. De la Antigüedad al Renacimiento. (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg; La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2006).
* 2008 Filosofía Política Moderna. De Hobbes a Marx (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg; La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2007).
* 2008 Teoría y Filosofía Política. La tradición clásica y las nuevas fronteras (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales)
* 2006 La teoría marxista hoy. Problemas y perspectivas (co-editado con Javier Amadeo y Sabrina González) (Buenos Aires: CLACSO). Hay edición en lengua portuguesa por la Editorial de los Sem Terra: Ediçao Popular, Sao Paulo, 2008.
* 2005 Politics and Social Movements in a Hegemonic World. Lessons from Africa, Asia and Latin America [Co-editado con Gladys Lechini] (Buenos Aires: CLACSO)
* 2004 Nueva Hegemonía Mundial Alternativas de cambio y movimientos sociales (Buenos Aires: CLACSO).
* 2003 Filosofía Política Contemporánea. Controversias sobre civilización, imperio y ciudadanía (Buenos Aires: CLACSO).
* 2002 Teoría y Filosofía Política. La recuperación de los clásicos en el debate latinoamericano [Co-editado con Alvaro de Vita] (Buenos Aires: CLACSO).

Capítulos en libros de otros autores y artículos en revistas
* 2008 Teoría(s) de la dependencia, en Realidad Económica (Buenos Aires), Nº 238 (Agosto-Septiembre)
* 2007 “La experiencia de la “centroizquierda” en la Argentina de hoy”, en Revista Casa de las Américas (La Habana, Cuba), N° 246.
* 2007 “Biocombustibles: el porvenir de una ilusión”, en Fidel Castro y otros: Tanques llenos, estómagos vacíos. La amenaza de los agrocombustibles. (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg)* 2007 “Aristóteles en Macondo. Notas sobre el fetichismo democrático en América Latina”, en Guillermo Hoyos Vázquez, compilador: Filosofía y teorías políticas entre la crítica y la utopía (Buenos Aires: CLACSO)
* 2006 “La mentira como principio de política exterior de Estados Unidos hacia América Latina” en Foreign Affairs en Español (México D. F.)
* 2006 “The Truth about Capitalist Democracy” en Leo Panitch y Colin Leys (Editores) Socialist Register: Telling the Truth. (UK: The Merlin Press) Hay edición en lengua castellana: “La verdad sobre la democracia capitalista” en Socialist Register en Españl (Buenos Aires: Ediciones del Centro Cultural de la Cooperación y CLACSO)
* 2005 “After the Sacking: Latin American Capitalism at the Beginning of the XXI Century” en Politics and Social Movements in a Hegemonic World. Lessons from Africa, Asia and Latin America. [Co-editado con Gladys Lechini] (Buenos Aires: CLACSO)
* 2005 “Presentación” a Fidel Castro La historia me absolverá (Editorial Luxemburg: Buenos Aires) Edición definitiva y anotada.
* 2005 “Alfonso Sastre y la batalla de ideas” Prólogo a la nueva edición de la obra La batalla de los intelectuales o Nuevo discurso de las armas y las letras (Buenos Aires: CLACSO) ISBN: 987-1183-17-8. Páginas: 9-27.
* 2005 “Les défis de la gauche latino-americaine à l’aube du 21º siècle” , en Alternatives Sud (Lovaina : CETRI), Volumen 12, Nº 2.
* 2004 “Estudio introductorio: ‘La actualidad del ¿Qué hacer?’ ” a la edición deV. I. Lenin, ¿Qué hacer? (Editorial Luxemburg: Buenos Aires)
* 2004 “El ajedrez del imperio” en Claudio Albertani (compilador) Imperio y movimientos sociales en la edad global (México: Editorial de la Universidad de la Ciudad de México) v
* 2004 “El debate sobre Antonio Negri, Michael Hardt y John Holoway” en Claudio Albertani (compilador) Imperio y movimientos sociales en la edad global (México: Editorial de la Universidad de la Ciudad de México)
* 2004 “Hegemonía e imperialismo en el sistema internacional” en Atilio A. Boron (Compilador) Nueva Hegemonía Mundial Alternativas de cambio y movimientos sociales (Buenos Aires: CLACSO)

JORGE BEINSTEIN - Las crisis en la era senil del capitalismo. Esperando inútilmente al quinto Kondratieff

Publicado en el “El Viejo Topo”, Barcelona, n°253, Febrero 2009

Las crisis en la era senil del capitalismo. Esperando inútilmente al quinto Kondratieff

Incertidumbre
Incertidumbre es la palabra que mejor define el clima psicológico actual, todos los precedentes capitalistas de esta crisis se han demostrado inservibles a la hora de entender lo que esta sucediendo. La imagen de la "terra incognita", del ingreso a un territorio desconocido se va imponiendo entre las elites de las grandes potencias, en un articulo reciente aparecido en "The Independent" Jeremy Walker resume bastante bien esa nueva percepción: "Nos encontramos en un mar desconocido, nadie sabe hacia donde vamos. lo único que sabemos es que la tormenta económica prosigue su marcha" (1).
Por su parte James Rickards, una figura clave del aparato de inteligencia norteamericano (formalmente es asesor financiero del Gabinete del Secretario de Defensa) presentó el 17 de Diciembre de 2008 un informe auspiciado por la U.S. Navy donde traza cuatro escenarios catastróficos sobre el futuro de los Estados Unidos, uno (como no podía ser de otra manera en la era Bush) describiendo un mega ataque terrorista que aprovecharía la extrema debilidad de la economía para asestar un golpe mortal al Imperio, otro centrado en una supuesta agresión financiera de China vendiendo masivamente en el mercado dólares y títulos públicos estadounidenses provocando así el derrumbe de sus cotizaciones. Un tercer escenario presenta la caída libre del dólar y las consecuencias desastrosas para la sociedad imperial y el resto del mundo y en fin un cuarto escenario, tal vez el más importante, denominado "Derrumbe existencial" que pronostica una depresión prolongada con reducción del Producto Bruto Interno del orden del 35 % a los largo de los próximos 6 o 7 años, una tasa de desocupación que pronto llegaría al 15 %, etc. (2).
La ilusión de la auto regulación del mercado financiero se ha esfumado, los gurúes de la especulación se ocultaron o cambiaron de discurso acudiendo a otros dioses; los de la intervención estatal a los que ellos hace unas pocas décadas habían arrojado al baúl de los viejos objetos inútiles. Hacia fines de 2008 numerosas revistas especializadas de todos los continentes, algunas destinadas al gran público, mostraban la fotografía de Lord Keynes desenterrado para salvarnos del desastre.
Pero hasta ahora la nueva-vieja magia intervencionista ha demostrado la más completa impotencia; varios millones de millones de dólares, euros y otras monedas fuertes (¿fuertes?) fueron lanzadas al mercado en espectaculares operaciones de salvataje con resultado nulo, el mercado financiero no se autoregula pero tampoco acepta ser regulado. Una avalancha de acontecimientos ha sepultado por completo los pronósticos conservadoras de los triunfadores de Guerra Fría, el futuro ya no será un mas-de-lo-mismo y al hundirse esa linealidad burguesa de la historia reaparece con una fuerza inusitada lo que Mircea Eliade denominaba "el terror a la historia", en este caso a una probable sucesión de hechos donde los poderes y valores dominantes no sean respetados, desbordados por fuerzas hostiles, es en el seno de las clases dominantes donde ese terror crece velozmente.
La crisis financiera es gigantesca pero también los son las "otras crisis" unas más visibles o virulentas que otras convergiendo hasta conformar un fenómeno inédito.
Para tomar un solo ejemplo, la crisis energética que expresa por ahora el estancamiento y próxima reducción de la producción petrolera global, fue hasta hace muy poco un catalizador decisivo de la especulación y la inflación (hasta antes de la caída económica global del último trimestre de 2008) y nos espera en un futuro no muy lejano para darnos nuevos golpes inflacionarios, cuando la extracción descienda algunos peldaños más o cuando la depresión económica se detenga. Por otra parte la crisis energética está asociada a la crisis alimentaria y ambas señalan la existencia de un impasse tecnológico general que se extiende al Medio Ambiente y al aparatismo militar-industrial, todo ello concentrado y exacerbado a partir del colapso financiero en los Estados Unidos, el centro del mundo.
Es posible entonces afirmar que las diversas crisis no son sino aspectos de una única crisis, sistémica, del capitalismo como etapa de la historia humana (3).
VER GRÁFICO 1
Ciclos
Una componente importante de esa crisis psicológica es la constatación de que ciertos ciclos que parecían regir el funcionamiento económico han dejado de funcionar, se trata de la destrucción de la creencia en que luego de un determinado número meses o años de vacas flacas llegaría el de las vacas gordas y que el sistema seguiría su camino ascendente.
Los ciclos decenales descubiertos por Juglar hacia 1860 atravesaron buena parte del siglo XIX expresando las oscilaciones del joven capitalismo industrial aunque al final del mismo esas rutinas se fueron desdibujando. Hacia 1885 en una nota anexa al Libro III del Capital Engels señalaba que "se ha operado un viraje desde la última gran crisis general (1867). La forma aguda del proceso periódico con su ciclo de diez años que se venía observando hasta entonces parece haber cedido el puesto a una sucesión más bien crónica y larga de períodos relativamente cortos y tenues de mejoramiento de los negocios y de períodos relativamente largos de depresión...".
Y atribuía ese cambio a la nueva configuración económica internacional marcada por el rápido desarrollo de los medios de comunicación, la ampliación del mercado mundial y el fin del monopolio industrial inglés (4). Los viejos ciclos decenales tendían a desaparecer porque el capitalismo había sufrido cambios estructurales decisivos.
Pero ello no afectó a otras rutinas del sistema como las ondas largas de Kondratieff, etapas de aproximadamente entre 50 y 60 años (la primera mitad de ascenso económico y la segunda de descenso) que se venían sucediendo a partir de la revolución industrial inglesa. A lo largo de la historia del capitalismo han sido registrados cuatro ciclos de Kondratieff, el primero se inició a fines del siglo XVIII y concluyó a mediados del siglo XIX, el segundo terminó durante la última década de ese siglo y el tercero durante los años 1940 cuando se inició un cuarto ciclo cuya etapa de prosperidad llegó hasta fines de los años 1960, hasta 1968 si seguimos la propuesta de Mandel que prefiere establecer cortes históricos precisos (5). A partir de ese momento la tasa de crecimiento de la economía mundial impulsada por los países capitalistas centrales describió una tendencia descendente en el largo plazo que no se ha detenido hasta la actualidad y que debería prolongarse en un futuro previsible (ver Gráfico 2).

Si aceptamos la periodización de Mandel, la fase descendente del primer Kondratieff habría durado unos 22 años, la del segundo 20 años y la del tercero 26 años, el promedio es de aproximadamente 22,6 años, pero el descenso del cuarto Kondratieff ya estaría durando unos 40 años (en 2008) y no es demasiado osado pronosticar su prolongación al menos un lustro más. Siguiendo el modelo teórico la recuperación debió haber comenzado hacia mediados de la década pasada, ello no se produjo y tampoco ocurrió en la actual (ver el Gráfico 3).

Peor aún, cada fase ascendente suele ser asociada a grandes innovaciones tecnológicas que modificaron los sistemas de producción y los estilos de consumo.
Así sucedió durante la primera revolución industrial con la máquina a vapor y la expansión de la industria textil, a mediados del siglo XIX con el acero y el desarrollo de los ferrocarriles, a fines del siglo XIX con la electricidad, la química y los motores, y la electrónica, la petroquímica y los automóviles a mediados de los años 1940 en el debut del cuarto Kondratieff. Así "debió-haber-sucedido" en la década de los años 1990 atravesada por grandes innovaciones en informática, biotecnología y nuevos materiales, sin embargo esos cambios técnicos no modificaron positivamente el curso de los acontecimientos, por el contrario acentuaron sus peores características.
Por ejemplo la informática: cuando evaluamos su impacto según la importancia de la actividad económica involucrada constatamos que su principal aplicación se produjo en el área del parasitismo financiero cuyo volumen de negocios (unos mil millones de millones de dólares) equivale actualmente a unas 19 veces el Producto Bruto Mundial.
Esto me permite plantear la hipótesis de que así como ocurrió hace cerca de un siglo con los ciclos decenales de Juglar podemos actualmente sostener que las ondas largas de Kondratieff han perdido validez científica, la fase descendente del cuarto Kondratieff ha sido triturada por la nueva realidad, la economía mundial completamente hegemonizada por el parasitismo financiero obedece a una dinámica radicalmente diferente de la vigente durante la era del capitalismo
industrial.
Frente a esa evidencia no faltan los expertos y académicos apurados en encontrar una nueva rutina restauradora del orden, algunos proponen regresar a ciclos más cortos y violentos al estilo Juglar (¿retorno al siglo XIX?), otros mixturan Juglar y Kondratieff introduciendo algunos adornos provenientes de la psicología social, otros realizan manipulaciones econométricas en el ciclo Kondratieff conservando así la esperanza en una futura recomposición ascendente del sistema. Es el caso de Ian Gordon, renombrado especialista norteamericano en pronósticos económicos que no duda fabricar un súper "cuarto Kondratieff" estadounidense de casi 70 años, corriendo hacia la derecha el inicio de su etapa ascendente (desde 1940 a 1950) extendiéndola hasta los años 1980 y proponer el fin del descenso (y el comienzo de un nuevo y maravilloso quinto Kondratieff capitalista) para finales de la segunda década del siglo XXI (6).
Senilidad
El fin de las rutinas y el ingreso en un tiempo de desorden general nos están señalando que el mundo burgués no se encuentra ante una enfermedad pasajera, una "crisis cíclica" más al interior del gran ciclo, único y supuestamente vigoroso del capitalismo sino ante una crisis de enorme amplitud donde las enfermedades se multiplican no por un capricho del destino sino porque el organismo, el sistema social universal, esta muy viejo.
El capitalismo mundial ingresó en la etapa senil (7) en los años 1970 cuando el parasitismo devino hegemónico, a lo largo de dicha década y del primer lustro de los años 1980 ocurrieron hechos decisivos en los Estados Unidos, entre ellos el debut de la declinación de su producción petrolera, la decisión del gobierno de Nixon de terminar con el patrón dolar-oro, la derrota en Vietnam a lo que luego se agregaron los déficits comerciales y fiscales crónicos y la suba incesante de las deudas pública y privada, la concentración de ingresos, el consumismo, la elitización y degradación del sistema político, etc.
Todo eso derivó a comienzos del siglo XXI, cuando se desinfló la burbuja bursátil, en una situación extremadamente grave a la que el Imperio respondió con una desesperada fuga hacia adelante: radicalizó su estrategia de conquista de Eurasia desplegando grandes operativos militares (Irak, Afganistán) y reanimó la especulación financiera inflando la burbuja inmobiliaria y gracias a ella volviendo a inflar la burbuja bursátil. Ante la crisis del parasitismo financiero decidió impulsar una ola parasitaria mucho más grande que la anterior, no se trató de un "error
estratégico" sino una consecuencia estratégica lógica inscripta en la dinámica dominante del sistema de poder.
Un primer indicador de senilidad es la decadencia de los Estados Unidos resultado de un largo proceso de degradación. La "globalización" desarrollada desde los años 1970 implicó un triple proceso; el aburguesamiento casi completo del planeta (la cultura del capitalismo devino verdaderamente universal al derrotar a la URSS e integrar a China), la financierización integral del capitalismo (hegemonía parasitaria) y la unipolaridad, instalación del Imperio norteamericano como poder supremo mundial. Principal consumidor global y área central de los negocios financieros internacionales a lo que se agrega el hecho decisivo de la "norteamericanización" de la cultura de las clases dominantes del mundo. Es por ello que la declinación (senilidad) de los Estados Unidos, más allá de sus consecuencias económicas (o incluyendo sus consecuencias económicas) constituye el motor de la decadencia universal del capitalismo.
El Imperio ha sido a la vez verdugo y víctima del resto del mundo, su consumismo parasitario ha tenido como contrapartida los buenos negocios comerciales y financieros de las burguesías de la Unión Europea, China, Japón, India, etc. La hinchazón parasitaria estadounidense fue el amortiguador fundamental de la crisis de sobreproducción crónica de las grandes potencias, pero la burbuja imperial ahora se está desinflando y el capitalismo global ingresa en la depresión.
Un segundo indicador de senilidad es la interacción entre dos fenómenos: la hipertrofia financiera global y la desaceleración en el largo plazo de la economía mundial (ver el Gráfico 2). A comienzos del siglo XXI hemos llegado a la financierización integral del capitalismo, las tramas especulativas han impuesto su "cultura" cortoplacista y depredadora que ha pasado a ser el núcleo central de la modernidad. Presenciamos un circulo vicioso; la crisis crónica de sobreproducción iniciada hace cuatro décadas comprimió el crecimiento económico desviando excedentes financieros hacia la especulación cuyo ascenso operó como un mega aspirador de fondos restados a la inversión productiva. Hoy la masa financiera mundial estaría llegando a los mil millones de millones de dólares (solo las operaciones con productos financieros derivados registrados por el Banco de
Basilea superan los 600 millones de millones de dólares).
La economía mundial crece cada vez menos pero además se enfrenta con un techo energético que bloquea su desarrollo lo que nos sugiere el tema de la crisis energética es decir de la incapacidad tecnológica del sistema para superar la trampa del agotamiento de los recursos naturales no renovables. No olvidemos que el capitalismo industrial pudo despegar desde fines del siglo XVIII porque consiguió independizarse de los recursos energéticos renovables que lo sometían a sus ritmos de reproducción e imponer su lógica a los recursos no renovables: el carbón, seguido mas adelante por el petróleo. Esa proeza depredadora (que nos llevó al desastre actual) fue el pilar decisivo de la construcción de su sistema tecnológico articulador de una compleja y evolutiva red de procedimientos productivos, productos, materias primas, hábitos de consumo, etc., enlazando al desarrollo científico y a las estructuras de poder.
La crisis energética está asociada a la crisis alimentaria a las que deberíamos agregar la crisis ambiental para dejar al descubierto un tercer indicador de senilidad: el bloqueo tecnológico. Es útil el concepto de limite estructural del sistema tecnológico definido por Bertrand Gille como el punto en el que dicho sistema es incapaz de aumentar la producción a un ritmo que permita satisfacer necesidades humanas crecientes (8), no se trata de necesidades humanas en general, ahistóricas, sino de demandas sociales históricamente determinadas. Es así posible formular la hipótesis de que el sistema tecnológico del capitalismo estaría llegando a su límite superior más allá del cual va dejando de ser el pilar decisivo del desarrollo de las fuerzas productivas para convertirse en la punta de lanza de su destrucción.
El capitalismo esta ahora generando un enorme desastre ecológico, resultado de una rigidez civilizacional decisiva que impide superar una dinámica tecnológica que conduce hacia la depredación catastrófica del medio ambiente. Cada vez que eso ocurrió en el pasado precapitalista fue porque la civilización que engendró dicho sistema técnico había llegado a su etapa senil (la destrucción del medio ambiente es en realidad autodestrucción del sistema social existente).
Un cuarto indicador de senilidad es la degradación estatal-militar puesta en evidencia por el fracaso de la aventura de los halcones norteamericanos pero que expresa una realidad global. El estado intervencionista permitió controlar las crisis capitalistas ocurridas desde comienzos del siglo XX, su ascenso estuvo siempre asociado al del militarismo, a veces de manera visible y otras, luego de la segunda guerra mundial, bajo disfraz democrático (si observamos la evolución de los Estados Unidos desde los años 1930 comprobaremos que el “keynesianismo militar” ha
constituido hasta hoy la espina dorsal de su sistema).
Pero finalmente el desarrollo de las fuerzas productivas universales, hasta llegar a su degeneración parasitaria-financiera actual, terminó por desbordar a sus reguladores estatales sumergiéndolos en la mayor de sus crisis. El neoliberalismo aparentó ser la expresión de una globalización superadora de los estrechos capitalismos nacionales; en realidad se trataba del vigoroso monstruo financiero devorando a su padre estatal-productivo-keynesiano. Ahora acorralados por la crisis los dirigentes de las grandes potencias retornan al intervencionismo estatal que resulta impotente ante la marea financiera.
Esta decadencia estatal incluye la del militarismo moderno evidenciado por el empantanamiento militar del Imperio en Irak y del conjunto de Occidente en Afganistán. Se trata de un doble fenómeno, por una parte la ineficacia técnica de esos super aparatos militares para ganar las guerras coloniales y por otra su gigantismo parasitario operando como acelerador de la crisis, el caso norteamericano es ejemplar (y sobre determinante): la hipertrofia bélica aparece como un factor decisivo de los déficits fiscales y la corrupción generalizada del Estado.
Un quinto indicador de senilidad es la crisis urbana desatada en la era neoliberal y que se agravará exponencialmente al ritmo de la crisis actual. Desde comienzos de los años 1980, cuando la desocupación y el empleo precario en los países centrales se hicieron crónicos y cuando la exclusión y la pobreza urbanas se expandieron en la periferia, el crecimiento de las grandes ciudades fue cada vez mas el equivalente de involución de las condiciones de vida de las mayorías. La descomposición de las ciudades es claramente visible en la periferia pero no es su
exclusividad, se trata de un fenómeno global aunque es en el mundo subdesarrollado donde se suceden los primeros colapsos, expresiones mas agudas de una ola multiforme, irresistible.
Crisis
Desde sus orígenes el capitalismo industrial experimentó una larga sucesión de crisis de sobreproducción, en el siglo XIX se trató de crisis cíclicas de crecimiento de una civilización joven; luego de cada gran turbulencia el sistema se expandía pero dejando secuelas negativas que se fueron acumulando hasta finalmente engendrar una fuerza parasitaria-financiera que hacia comienzos del siglo XX devino dominante. En ese momento el capitalismo ingresó en su era de "madurez", la intervención estatal junto a los parasitismos militar y financiero consiguieron controlar las crisis de las que emergieron fenómenos de decadencia que dieron un salto cualitativo al estallar la crisis de sobreproducción de fines de los años 1960.
Esta última fue amortiguada, el sistema global siguió creciendo pero sobre la base de la expansión exponencial de la depredación ambiental y del parasitismo, principalmente financiero, que pasó a controlar por completo al conjunto del mundo burgués inaugurando la era senil del capitalismo.
Es en este nuevo contexto que se fue preparando el gran estallido que hoy presenciamos cuyo disparador ha sido el colapso financiero de 2008, a partir del mismo el capitalismo global va pasando (rápidamente) de ser un sistema viejo creciendo cada vez menos y con mayores costos sociales para devenir abiertamente una fuerza destructora de las fuerzas productivas y su contexto ambiental (de la "destruccion creadora" schumpeteriana del siglo XIX a la
destrucción depredadora del siglo XXI).
Las civilizaciones anteriores al capitalismo no liquidadas por factores exógenos (invasiones, catástrofes naturales, etc.) lo fueron por devastadoras y prolongadas crisis de subproducción donde sus rigidez técnica (producto del envejecimiento cultural) boqueaba el desarrollo productivo y desataba una catástrofe ecológica. El motor de esas tragedias fue siempre el predominio paralizante del parasitismo acumulado durante el largo ciclo civilizacional.
La burguesía proclamaba haber terminado con las crisis de subproducción de las antiguas civilizaciones gracias al excepcional dinamismo tecnológico del sistema que solo podía sufrir crisis cíclicas de sobreproducción siempre controladas gracias a la creciente sofisticación de sus instrumentos de intervención (que el neoliberalismo no eliminó sino que los potenció poniéndolos al servicio de la depredación financiera). Se burlaba de los catastrofistas, en especial los marxistas, que aguardaban la crisis general y final de sobreproducción que nunca llegó. Sin
embargo dichas crisis fueron acumulando un potencial parasitario que está ahora comenzando a generar una crisis de subproducción planetaria, la mayor de la historia humana. Si en este caso quisiéramos seguir utilizando el concepto de crisis cíclica lo deberíamos hacer refiriéndonos al ciclo aproximadamente bicentenario del capitalismo que acaba de ingresar en el período de aceleración de la senilidad, de multiplicación enfermedades y de colapsos.
Cuatro esperas inútiles
Teniendo presente este contexto de crisis sistémica, civilizacional, quiero hacer referencia a cuatro esperas inútiles que florecen en los círculos de poder y sus periferias cortesanas. La primera de ellas, que sobre determina a las otras tres, es la de la llegada de un quinto ciclo de Kondratieff, de una nueva prosperidad productiva del capitalismo, aguardado durante la década pasada y la actual. No puede llegar porque la estructura económica que engendraba a ese tipo de ciclos en el pasado ha desaparecido víctima del parasitismo financiero.
La segunda se refiere a la llegada milagrosa de un nuevo keynesianismo que portando la espada del intervencionismo estatal les cortaría la cabeza a los malvados especuladores financieros instalando en el centro de la escena a los buenos capitalistas productivos. El nuevo héroe keynesiano no llegará porque su instrumento decisivo, el Estado. es impotente frente a la marea financiera y lo es mucho más ante el océano de la crisis sistémica, además la larga fiesta neoliberal lo ha degradado profundamente. Por otra parte los buenos capitalistas productivos no aparecen por ninguna parte, lo que si aparecen por todos lados son los genios de la especulación financiera.
La tercera espera inútil es la del renacimiento del Imperio luego de casi cuatro décadas de decadencia, sobrecargado de deudas, desquiciado por el consumismo, con una cultura productiva seriamente deteriorada. No existe ningún indicio serio de ese supuesto renacimiento.
Finalmente la cuarta espera inútil es la de un nuevo Imperio capitalista o una nueva alianza imperial, un nuevo centro del mundo burgués, el acople total entre las grandes potencias descarta por completo esa expectativa (dicho acople es el resultado de un largo proceso de integración que terminó por conformar un sistema global fuertemente interrelacionado).

Notas
(1), DeDefensa.org, 17/12/2008 - Faits et comentaires- "Notre temps de la Terra Incognita"
(www.dedefensa.org).
(2) Eamon Javers, "Four really, really bad scenarios", Politico.com, 17 de diciembre de 2008,
(www.politico.com/news/stories/1208/16663.html).
(3), Jorge Beinstein, “Los rostros de la crisis. Reflexiones sobre el colapso de la civilización
burguesa”, Rebelión: http://www.rebelion.org/docs/75463.pdf,
Espai Marx: http://www.moviments.net/espaimarx/index.php?lang=cat&query=56352739f59643540a3a6e16985f62c7&view=section
(4), Carlos Marx, "El Capital", Libro III, Capítulo 30, nota 3, páginas 458 y 459, Fondo de Cultura Económica, México, D.F, 1966.
(5) Ernest Mandel, "Las ondas largas del desarrollo capitalista", Ediciones Siglo XXI de España,
Madrid, 1986.
(6) Ian Gordon, The Long Wave Analyst (http://www.thelongwaveanalyst.ca/cycle.html).
(7) El concepto de capitalismo senil fue elaborado en los años 1970 por Roger Dangeville (Roger
Dangeville, “Marx-Engels. La crise”, editions 10/18, Paris 1978) y retomado por varios autores en la década actual (Jorge Beinstein, “Capitalismo Senil”, Ediciones Record, Rio de Janeiro, 2001), Samir Amin , “Au delà du capitalisme senile”, Actuel Marx -PUF, Paris 2002).
(8) “Histoire des techniques”, sous la direction de Bartrand Gille, La Pléiade, Paris, 1978.

Gráficos del artículo de Jorge Beinstein



JORGE BEINSTEIN - Breve Biografía


Jorge Beinstein


Jorge Beinstein es Doctor de Estado en Ciencias Económicas por la Universidad de Franche Comté–Besançon. Especialista en pronósticos económicos y economía mundial, ha sido durante estos últimos treinta años consultor de organismos internacionales además de dirigir numerosos programas de investigación. Ha sido igualmente titular de cátedras de economía internacional y prospectiva tanto en Europa como en América Latina. Actualmente es profesor titular de la Universidad de Buenos Aires (Cátedra "Globalización y Crisis"). En sus libros La larga crisis del capitalismo global (Ediciones Corregidor, Buenos Aires 1999) y Capitalismo Senil (Ediciones Record, Rio de Janeiro, 2001) anticipó la actual crisis mundial. Su libro más reciente es Crónica de la decadencia. Capitalismo global 1999-2009, Editorial Cartago, Buenos Aires, 2009.

MARIO EDUARDO FIRMENICH - La actual crisis internacional

FIRMENICH, Mario E. - La actual crisis internacional
1. La naturaleza sistémica de la crisis actual
La continua profundización de la crisis sistémica internacional pareciera que sorprende a la mayoría de los analistas y políticos. Los centenares de miles de millones de dólares y euros entregados como salvataje al sistema financiero en USA y la UE no resuelven el problema y las caídas de las bolsas de todo el mundo lo siguen evidenciando.
De repente, todos comienzan a comprender que los postulados teóricos y de política económica del neoliberalismo son culpables de la situación y, como respuesta, sólo atinan a volver la vista a Keynes y al New Deal de Roosvelt, pasando por alto los cambios estructurales ocurridos durante las más de 7 décadas transcurridas entre aquellos años 30 del siglo XX y este final de la primera década del siglo XXI. Un conjunto de elementos se esgrimen como argumentos explicativos pero sin una estructura teórica general que los englobe. Así, se compara la actual crisis con la de 1929, se discurre sobre el estallido de la burbuja inmobiliaria, se menciona con espanto el fantasma de la deflación, se comenta el sonado fracaso de la concepción neoliberal sobre la presunta optimalidad autorregulatoria de los mercados, se señala acusadoramente a la globalización, ...
Para poder dar respuestas eficaces a la crisis es imprescindible tener una idea clara de su naturaleza. No estamos ante una crisis nacional ni ante muchas crisis nacionales que el azar de las circunstancias hizo coincidir en el tiempo. Estamos ante una crisis sistémica global. La solución no puede ser una política nacional ni muchas políticas nacionales coincidentes en el tiempo. Los componentes de un sistema (en este caso, los subsistemas económicos nacionales) no tienen vida autónoma independiente del sistema. Los sistemas no son una sumatoria de partes, son una organización compleja de partes. Se ha montado un sistema global, con mercado financiero globalizado, con mercados de bienes y servicios globalizados y, aunque con severas restricciones, con un mercado de trabajo globalizado. El sistema global no es una sumatoria de sistemas nacionales. Por eso, las soluciones sistémicas no pueden ser una sumatoria de
neokeynesianismos nacionales, puesto que eso no sería más que una sumatoria de soluciones
parciales.
Por otra parte, tampoco puede considerarse que estamos simplemente ante una “crisis económica” pensando que la economía es una realidad autosuficiente. Una de las más grandes debilidades de la ciencia económica actual es la presunción de que existe un equilibrio general económico autónomo en el campo de la economía pura. Esto supone que “lo económico” forma un sistema independiente, capaz de autorregularse y autorreproducirse.
Pero el sistema económico puro es una abstracción ahistórica. La única realidad humana parecida a un sistema económico sin sistema político son las tribus paleolíticas de cazadores – recolectores en la prehistoria.
Quien escribe estas líneas sostiene la tesis de que la economía y la política son subsistemas de un Sistema Político – Económico. En las realidades sistémicas de la historia, los precios no son independientes de la distribución de la renta y la distribución del excedente económico no es independiente del poder político y el marco institucional.
La determinación de un equilibrio dinámico estable del subsistema económico depende de la existencia de los servicios del poder institucional para imponer el acatamiento social a una distribución de los excedentes decidida políticamente. Si se modifica la distribución de los excedentes, también cambia el uso que se hace de los mismos.
La eficiencia económica dependerá de la eficiencia del subsistema politico y viceversa.
Cualquier modelo institucional podría, en teoría, garantizar el equilibrio económico a condición de que obtenga el consenso de los agentes socioeconómicos en la asignación y uso de los excedentes. Desde el punto de vista de la eficiencia económica sistémica, los costos serán mínimos cuando el consenso sea máximo. Cuando el consenso es nulo, los costos son insostenibles y el sistema estalla.
La eficiencia sistémica es consecuencia y causa retroalimentadora de la sostenibilidad social, de la sostenibilidad económica, de la sostenibilidad ecológica y de la sostenibilidad política.
La crisis internacional actual evidencia la disfuncionalidad entre un ciclo tecnológico de larga duración que ha agotado sus capacidades de expansión (el ciclo del tándem automotor-petróleo) pero que aun se perpetúa en el poder institucional, y un nuevo ciclo tecnológico que está en la base infraestructural de la actual globalización (las llamadas Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación – TIC) pero que no ha generado aun las instituciones globales necesarias. Estos ciclos de larga duración, conocidos como ciclos Kondratieff, pueden estudiarse a partir de la revolución industrial de fines del Siglo XVIII y tienen una duración media de unos 54-56 años, con una fase llamada “onda larga ascendente” y otra llamada “onda larga descendente”, que tienen aproximadamente la misma duración cada una, o sea, unos 27-28 años.
2. Interpretación del ciclo mundial de posguerra como el Kondratieff automotriz
La evolución económica mundial a partir de la segunda posguerra puede interpretarse, desde nuestra perspectiva, como el cuarto ciclo Kondratieff. Este se habría iniciado aproximadamente en 1940 en los Estados Unidos, (y, quizás, poco después en la URSS), e inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial en el resto de las potencias capitalistas.
El ciclo largo de posguerra está dominado por la tecnología de la industria metalmecánica de bienes durables, teniendo a la industria automotriz como principal producción de bienes finales destinados al consumo masivo, y, como complemento necesario, la producción de energía barata basada en el petróleo. Pero el desarrollo de la fase ascendente del ciclo no depende solamente de la nueva tecnología, sino también de la nueva regulación institucional de las finanzas, el comercio y el orden social, político y militar.
En julio de 1944, en la localidad norteamericana de Bretton Woods, New Hampshire, los representantes de 44 países habían acordado las bases institucionales del nuevo sistema financiero internacional, basado en el patrón convertible oro, (patrón dólar), para el nuevo sistema monetario internacional. Allí se crearon el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. En 1945, Churchill, Roosevelt y Stalin se reunieron en la conferencia de Yalta, localidad ucraniana a orillas del mar Negro. Allí se pactó una paz por 50 años para el mundo que se estructuraría terminada la guerra.
El 26 de junio de 1945, en San Francisco, Estados Unidos, se firma la carta de la ONU. Una nueva institucionalidad internacional sustituye así a la Sociedad de las Naciones, que se había establecido durante el tercer Kondratieff, con la firma del Tratado de Versalles en 1919.
Podemos considerar para el sistema mundial el inicio de la fase ascendente en 1944-1945, cuando se institucionaliza el nuevo orden mundial. Recién entonces se estructura la organización sistémica funcional al crecimiento económico bajo la hegemonía de los Estados Unidos, como la principal potencia representativa de la tecnología que dinamiza el ciclo automotor - petróleo. La fase ascendente dura poco más de 25 años.
En el año 1971 comienza "oficialmente" la fase descendente. La crisis se instala en el orden financiero del sistema mundial establecido ya desde finales de los años 60. Pero el hito histórico se produce cuando el presidente Nixon declara unilateralmente la inconvertibilidad del dólar en oro en 1971.
El 24 de abril de 1972 los países de la CEE tratan de defender de la crisis a su comercio comunitario; a tales efectos instauran un compromiso cambiario entre sus monedas, definido por un sistema de tipos de cambio fijos con una banda de fluctuación para las paridades ajustables, denominado "la serpiente en el túnel". Pero en el contexto de desestabilización internacional imperante, (en febrero de 1973 el dólar había sufrido una nueva devaluación), esta experiencia europea dura poco, ya que el 19 de marzo de 1973 desaparecen las bandas de fluctuación con respecto al dólar; aunque se iba construyendo el camino de la Unión Monetaria Europea. Desaparece así completamente el sistema de Bretton Woods, asentado en el principio monetario
del dólar como divisa clave convertible, denominado patrón cambio oro, y los tipos de cambio fijos.
Cuando la OPEP pone el dedo en la llaga de la fuente energética en 1973 (después de la ocupación ilegal israelí de los territorios árabes en la guerra de 1967), entonces, la multiplicación del precio del petróleo junto con un dólar sin respaldo oro y la volatilidad de los tipos de cambio, desequilibran definitivamente el sistema financiero mundial del ciclo automotor - petróleo. Pero esto es sólo el aspecto financiero de una crisis de la capacidad de acumulación y expansión del paradigma productivo que caracteriza al cuarto Kondratieff. El fenómeno integrado, que refleja a las crisis financiera y productiva como dos caras de la misma moneda, recibió el nombre mixto de estanflación, es decir, estancamiento + inflación. Las recurrentes crisis petroleras (en 1979 la revolución iraní vuelve a afectar al mercado mundial del petróleo), más allá del carácter episódico casuístico de cada una de ellas, señalan la existencia de la crisis en uno de los aspectos centrales de todo ciclo Kondratieff, que es la forma de producción de energía.
Los crecientes enfrentamientos por superposición en los mercados entre las grandes firmas automotrices del mundo, en particular las norteamericanas contra las japonesas, señala la crisis de expansión en la industria central de bienes de consumo masivo que caracteriza a este ciclo.
Comienzan, entonces, a acumularse grandes capitales que no encuentran formas suficientemente rentables de reinversión productiva, los cuales van creando un nuevo circuito puramente financiero por donde circular, a la espera de una nueva oportunidad de "sobretasa" de beneficios, es decir, de cuasirrentas tecnológicas, para la reinversión masiva en la producción industrial. Sin embargo, esta acumulación financiera no sólo no es una "espera neutral" de la nueva oportunidad para invertir, sino que se convierte en causa de la profundización de la crisis del sistema mundial, que ha entrado en su largo ocaso de la onda larga descendente, a la vez que va generando la acumulación de capitales para la expansión del ciclo siguiente.
Es expresión de esto el surgimiento, a principios de los años 80, de la crisis de la deuda externa de los países del tercer mundo, (con el estallido de la deuda externa mexicana en 1982), y el simultáneo empobrecimiento de sus pueblos. Esto está generado por la circulación financiera de los capitales excedentarios que no encuentran oportunidades de reinversión industrial rentable en el ciclo que caduca. Esta circulación financiera genera una crisis de subinversión productiva, con la consecuencia del empobrecimiento de quienes no reciben esas inversiones creadoras de nuevas fuentes de trabajo pero sí pagan intereses a la circulación financiera del capital.
La fase descendente del Kondratieff automotriz dura poco más unos 25 años, llegando hasta la segunda mitad de la década de los años 90. Esto explica también la preeminencia de la profundidad y duración de las crisis (recesiones), en relación a los auges, a lo largo de los ciclos cortos, durante las últimas décadas del Siglo XX.
3. La hipótesis de un ciclo Kondratieff telemático
Sostenemos como plausible la hipótesis de que hemos vivido el fin del cuarto y el inicio de un quinto ciclo Kondratieff a mediados de los años 90. Las nuevas tecnologías dominantes nos llevan a denominar el ciclo actual como el Kondratieff telemático, que hipotéticamente se extendería desde aproximadamente 1995-1996 hasta el 2048-2050.
Es importante dejar sentado que de ningún modo se debe interpretar que esto implica una predeterminación tecnológica. La expansión de la producción y el consumo dentro de las potencialidades y restricciones de una tecnología admite muchas formas de estructuración institucional, las cuales no resultan determinadas sino sólo condicionadas por las restricciones tecnológicas. Así, un ciclo telemático de larga duración puede ser tanto un salto cualitativo favorable para la calidad de vida de los seres humanos de todo el planeta, cuanto la destrucción de la humanidad en forma bélica nuclear o en forma de un nuevo equilibrio ecológico no apto para nuestra supervivencia como especie. No existe un futuro inexorable. El futuro depende de la evolución política dentro de las restricciones técnicas y de recursos naturales.
Vale la pena reiterar que la tecnología, junto con los recursos naturales, define la conocida restricción denominada Frontera de Posibilidades de la Producción. En cambio la política es y seguirá siendo la administración de los grados de libertad que tiene el sistema, a través de los cuales se decide en qué dirección se reinvierten los excedentes económicos; según la aplicación que se haga de estos excedentes variará la evolución futura del sistema; no dará el mismo tipo de evolución histórica reinvertir los excedentes en nuevas tecnologías, en mayor consumismo o en guerras de conquista. Por lo tanto, las decisiones político/institucionales sobre la asignación y uso de los excedentes económicos son la determinante de última instancia de la evolución socioeconómica del sistema.
Hecha la aclaración, podemos afirmar que la crisis de la fase descendente del ciclo “automotor - petróleo” comenzó a ser superada por la expansión económica derivada de la explotación rentable de las naves espaciales, propulsadas con combustibles sólidos, y los satélites de telecomunicaciones conectados con las computadoras personales a través del sistema telefónico de fibra óptica en red mundial on line.
Tal como se ha evidenciado en los ciclos anteriores – y con bastante claridad en el inicio del cuarto Kondratieff –, puede existir cierto desfase entre los inicios del ciclo en diferentes países centrales. Así, es probable que la nueva fase ascendente haya empezado en los Estados Unidos a mediados de los años 90, antes que en el resto de los grandes centros industriales. Veamos la descripción de la economía norteamericana que realizaba Edward Luttwak en 1996, desde una perspectiva completamente alejada de la hipótesis que estamos sosteniendo aquí y sin ninguna intención apologética, sino, al contrario, de crítica: "...la economía americana estaría viviendo un boom arrollador cuyo motor sería la espectacular explosión de los Nuevos Titanes de la era informática: los legendarios gemelos Microsoft e Intel y sus émulos de menor calibre como Apple, Novell, Cisco, Oracle, Bay Neh, Sun Microsystems, Sybase, Adobe System, Amgen, Cirrus, Informix, Intuit, Cordis, Am Online, Autodesk, MBC Soft, Picturetel, Peoplesoft, etc. “Hace veinte años, la mayoría de estas empresas no existía. Hoy su valor en la bolsa global, con más o menos fluctuaciones, es muy superior al valor de aquellos imbatibles viejos gigantes industriales como General Motor, Ford, Dupont o Kodak. A lo largo de esta ascensión fulgurante, los Nuevos Titanes fueron artífices de la fortuna de los primeros inversionistas (en millones, e incluso en miles de millones de dólares) enriqueciendo también a un considerable número de accionistas y poseedores de fondos de pensión".
Podemos aceptar que, a mediados de los años 90, esta nueva tecnología comienza a ser realmente la más dinámica en la rentabilidad económica, a raíz de que es la que abre nuevos mercados con la generación de cuasirrentas tecnológicas, desplazando a las tecnologías asociadas al ciclo automotor - petróleo. Ejemplo claro de esto es que el hombre más rico del mundo dejó de ser un magnate petrolero y su reemplazo fue Bill Gates.
De todos modos, también hay que recordar que el capitalismo, como el zorro, pierde el pelo pero no las mañas; así, el cambio estructural-tecnológico de las industrias dominantes no dejó de ser una nueva ocasión para una burbuja bursátil especulativa, la burbuja de “las punto com”, que estalló en el 2001 y que está en el origen de la posterior burbuja inmobiliaria global.
Así como existe cierta coincidencia de opiniones acerca de que el cuarto Kondratieff empezó en Estados Unidos hacia 1940, resulta público y notorio que los ajustes institucionales, tanto económicos como políticos, para la imposición de aquel ciclo sólo se concluyen en 1944 - 1945, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial. Algo semejante (con mayor retardo) está ocurriendo ahora, puesto que parece claro que en 1996 la economía norteamericana habría dado muestras claras del desarrollo del ciclo telemático, mientras que resulta absolutamente público y notorio que el mundo carece, al día de hoy, casi quince años después, de una nueva institucionalidad de la globalización, tanto en los aspectos económicos como políticos.
No ha sido establecido todavía el acuerdo de un nuevo statu quo global, a semejanza de los resultados de la conferencia de Yalta; de hecho, puede observarse la clara contradicción existente entre el G7/G8 y el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas.
Tampoco se ha producido ninguna nueva conferencia mundial que haya tomado las riendas de la crisis financiera para constituir un nuevo sistema monetario internacional, estableciendo acuerdos del tipo de los de Bretton Woods. El dólar ya no es la divisa clave del sistema monetario mundial, pero el euro tampoco lo sustituye. El FMI y el BM no fueron pensados como reguladores de la liquidez mundial y mucho menos como prestamistas de última instancia globales y, además, el fracaso del Consenso de Washington los cuestiona políticamente como instituciones reguladoras de una globalización sostenible. Si bien se ha producido un cambio significativo desde el GATT hacia la OMC, la Ronda de Doha está estancada. La conformación de los nuevos mercados comunes regionales / continentales distan de ser un proceso acabado y el modelo más desarrollado, que es la Unión Europea, se ha encallado en el fracaso de la llamada Constitución Europea.
En conclusión, podemos decir que el quinto Kondratieff exhibe con relativa claridad sus rasgos tecnológico - energéticos, pero aún no tiene definido su perfil institucional global. La preeminencia durante las últimas décadas del modelo neoliberal y el famoso Consenso de Washington no tuvo status institucional global, ni consenso político universal, ni perspectivas realistas de fundar un nuevo orden mundial.
Si no se toma conciencia de que estamos en un nuevo ciclo Kondratieff (cada ciclo de larga duración es más “globalizado” que el anterior), tampoco se puede advertir que estamos ignorando ciertas características de sus regularidades observadas históricamente.
Por lo tanto, no cabría esperar políticas racionales de gestión consciente del proceso de cambio, para encauzar la sostenibilidad global de la fase ascendente del nuevo ciclo (que ya ha vivido la mitad de su probable existencia). Esto significa que lo lógico sería esperar que se repitieran, bajo formas peculiares, aquellas características regulares de los ciclos largos observadas en el pasado.
El problema es que, entre las regularidades observadas en los ciclos anteriores, figuran las dos guerras mundiales del Siglo XX, como disputas catastróficamente sangrientas de la hegemonía política, financiera, tecnológica y de control de mercados durante la fase ascendente del ciclo de larga duración.
Si no hay una gestión concertada internacionalmente de una evolución integralmente sostenible de la globalización, cabría esperar todavía nuevas y peligrosas tensiones mundiales en la configuración económica, social e institucional de la misma, con riesgos que no querríamos ni siquiera imaginar.
4. La responsabilidad de la gestión política de la solución de la crisis
La crisis no es meramente económica y no tiene solución con simples recetas técnicas.
La crisis afecta al orden sistémico de la globalización y evidencia el fracaso del dogma neoliberal de que los mercados (en este caso globales) se autorregulan óptimamente, es decir, la crisis evidencia la ausencia de instituciones globales que regulen los mercados globalizados.
La crisis evidencia el fin del modelo industrial-energético de la posguerra; pero la supremacía de las nuevas tecnologías no surge sólo de sus ventajas económicas, sino que han faltado las decisiones políticas que firmaran el certificado de defunción de la supremacía de los intereses metalmecánicos-petroleros.
La crisis evidencia que sin guerras petroleras y otros artificios especulativos inflacionarios, la globalización neoliberal genera un cóctel letal de deflación con burbujas financieras.
La crisis evidencia que la súbita inyección de centenares de miles de millones de las principales divisas en las principales potencias son lo mismo que nada (los argentinos ya sabemos mucho acerca de la eficacia de estos “blindajes financieros”). No se puede postergar por más tiempo la exigencia de asumir la responsabilidad política de fundar un Nuevo Orden Internacional Integralmente Sostenible.
En defensa de la paz mundial, la justicia social, la sostenibilidad de nuestro ecosistema y la calidad de vida de todos los habitantes de este único planeta que tenemos para vivir, es preciso debatir, clarificar y formular propuestas que procuren una solución mundial negociada para encauzar el desarrollo en las próximas décadas, dentro de la lógica del ciclo tecnológico dominante y tomando conciencia de todas las inviolables restricciones a la sostenibilidad social, económica, ecológica y política. El modelo para un desarrollo integralmente sostenible debe inscribirse, necesariamente, en las exigencias, restricciones y posibilidades que ofrece el nuevo ciclo de larga duración, el ciclo Kondratieff telemático. Ello implica tener muy claro que cualquier modelo nacional de desarrollo es inviable si no existe un modelo viable de globalización sostenible.
Hoy ya no es posible hablar de Proyecto Nacional sin hablar simultáneamente de Proyecto Global.