martes, 23 de junio de 2009

MARCELO KÖENIG ¿Crisis de sobreproducción o crisis de financierización?

KOENIG, Marcelo. Una mirada desde el peronismo revolucionario a la naturaleza de la crisis mundial: ¿Crisis de sobreproducción o crisis de financierización?“

El excedente de los capitales que –en las estructuras en vigencia- no pueden encontrar salida en la expansión de los sistemas productivos, constituye una amenaza grave para la clase dominante, la de una desvalorización masiva del capital. La gestión de la crisis impone entonces que sean ofrecidas salidas financieras que permitan evitar lo peor. Pero a su vez la fuga para adelante de la financierización no permite salir de la crisis, al contrario ella se encierra en una espiral de estancamiento porque agrava la desigualdad en la distribución y obliga a las empresas al juego financiero. La gran crisis que revestirá una forma imprevista (¿la caída de las bolsas?) está aun por venir”. Samir Amin, en el foro social del 2001.
Ríos de tinta se han gastado hablando de la crisis económica mundial que por estos tiempos afecta fundamentalmente a los norteamericanos pero en general fuertemente a todos los países centrales. Desde la visión naturalizada y catastrófica -que se convierte en mirada oficial y oficiosa desplegada por los grandes medios de comunicación se va hasta miradas desde el marxismo ortodoxo que pretenden encuadrarla en una crisis de sobreproducción clásica. Nada más alejado de la realidad.El multimediático grupo Clarín, en particular, intenta hacernos creer que una de las plagas de Egipto se ha cernido sobre la humanidad. No sin intereses directos afectados de por medio. Recordemos que Goldman Sachs -uno de los grupos económicos directamente afectados- es propietario de una parte importante del paquete accionario del grupo Clarín. Según esta versión apocalíptica de la crisis, ésta es de naturaleza tal que nadie puede escapar de ella. Y sobrevino casi mágicamente… O bien asigna como causa a una de sus consecuencias: la caída de la bolsa de Nueva York y la explosión de la burbuja inmobiliaria (ya hablando a través de la pluma de los “especialistas económicos”).La teoría de la plaga inexorable tiene un fuerte impacto en la economía aunque más no sea como profecía autocumplida. Convengamos en que tal como ya lo afirmará Keynes la economía capitalista tiene un fuerte componente subjetivo. Este agitar las aguas de la subjetividad tiene por objeto justificar todo tipo de intervención en salvataje de los bancos y grupos económicos afectados, pero sobre todo de disciplinar a las economías periféricas para una resolución de la crisis en donde gran parte de las consecuencias se transfieren a ellas. Ejemplo concreto: cuando la crisis del modelo neoliberal fue estallando como pequeñas burbujas en los países periféricos con mercado mediano (llamados eufemísticamente mercados emergentes), entonces dicha crisis se llevó puesta cada una de las económicas afectadas, no sólo contrayendo su PBI, sino también depreciando notablemente el valor de su moneda. Por el contrario los efectos intimidatorios de las teorías de la crisis catástrofe lo que logran precisamente es la paradoja de que cuando la crisis afecta a la locomotora del capitalismo mundial, el dólar –su moneda patrón- lejos de depreciarse gana cada vez más valor, debido a que el pánico de una hecatombe hace que los sectores económicos pudientes en los países periféricos compren dólares y no pocas veces fuguen de sus lugares de origen hacia los países centrales.Desde un punto de vista más crítico, aunque no menos dogmático, se establece siguiendo el pensamiento económico clásico (sin la visión dialéctica que este mismo pregonaba) que se trata de una crisis de sobreproducción. En efecto el capitalismo ha tenido a lo largo de su historia una buena cantidad de crisis que tienen que ver con su carácter aleatorio en la producción. Un sistema basado no sólo en la explotación del hombre por el hombre, sino en el afán individual de lucro como motor de la historia lo que fue generando es la existencia de mayor desarrollo de bienes y servicios de lo que puede asimilar la sociedad en determinadas condiciones. Esto termina afectando directamente a los propios capitalistas produciendo una depreciación general de la economía.Tantas fueron las crisis de sobreproducción del capitalismo que un ruso llamado Kondratief lo que hizo fue establecer los ciclos de tiempo en los que estas se producen y cómo se da la relación entre la expansión y la contracción de la economía capitalista. La crisis más famosa en este sentido fue la crisis del 29/30 muchas veces referida para establecer un paralelo con la actual.El sistema ha salido siempre de estas crisis transfiriendo su costo a los sectores populares, tanto en el centro como en la periferia. Aunque también con fuerte impacto en la recomposición de los sectores dominantes del capital. Tengamos en cuenta lo que dice el pensador egipcio Samir Amin: el capitalismo no es especialista en resolver las crisis sino en gestionarlas.Pero las teorías que hablan de una crisis de sobreproducción no tienen en cuenta las nuevas formas de producción y de consumo que se vienen dando a partir del último cuarto del siglo XX. Una forma de producción por pocos (desarrollo vertiginoso del procesamiento de la información y la robótica) y fundamentalmente para pocos (brutal concentración económica en manos de menos del 5% de la población mundial). El paradigma de esta forma de producción es la informática. Los mismos que en su momento compraron su XT son hoy los compradores de las computadoras de última generación.La producción de PCs no ha agregado sustancialmente gran cantidad de trabajadores ni tampoco de consumidores a sus productos, más allá de una cierta extensión marginal geográficamente. No es la primera vez en la historia que se adopta ese modelo. Según refiere Howbsbaum antes de la eclosión de la revolución industrial el modelo seguido era similar. Los relojeros ni siquiera podían pensar en un mercado extendido a todos los habitantes de Europa sino que producían para un pequeño círculo que tenía la capacidad de pagarles. Asimismo la capacidad de producir relojes era restringida por vía de secretos transmitidos sólo a los aprendices dependientes del gremio.El modo de producción fordiano/keynesiano de expansión (pensada como ilimitada) de la frontera de la producción y consumo tocó, en los años setenta y ochenta, su techo.No sólo lo hizo en términos geográficos sino también en términos de los beneficios producidos para el capital. Este mismo impulso es el que fue generando una revolución en la ingeniería de la organización de la producción que se inició con el toyotismo (para profundizar todos estos temas ver los primeros capítulos del libro “Combatiendo al capital. Una teoría del Estado Nación en los tiempos de la globalización y la exclusión”).Todas estas nuevas formas de producción/consumo conviven con las viejas en un proceso de transición, pero de un modo u otro lo que evitan es la calificación de esta crisis como una crisis de sobreproducción.En realidad se trata de la crisis propia de la financierización de la economía. Toda la reformulación del trabajo vino acompañada de un proceso de desacople entre la representaciónde la riqueza y los bienes y servicios realmente producidos. El sistema de flotación absoluta de las monedas es consecuencia en dos pasos de la superación del patrón oro en función de los acuerdos de Breton Woods y luego en 1971 de la ruptura unilateral del dólar respecto del oro. Lo que esto produjo es un crecimiento de la llamada economía simbólica muy por encima del crecimiento de la economía real. Este crecimiento desmedido se debe a la especulación financiera, como por ejemplo el desarrollo desmesurado de los derivados. Una económica que sólo tiene como valor real el ser un asiento en bits de computadora tiene una debilidad congénita. Más tarde o más temprano una burbuja financiera que no representa la producción real (pero que cada vez tiene más injerencia directa sobre ésta) tiende a explotar. El capital parecía reproducirel capital sin pasar por el trabajo (todos sabemos que lo único que genera riqueza real es el trabajo humano). Esta quimera infla una pelota especulativa que es como una bicicleta sólo se mantiene en pie mientras esta andando. Si deja de pedalear se cae. Esto es precisamente lo que esta ocurriendo. El problema que lo que se cae no es tan sólo el aire especulativo que contiene la burbuja sino la economía real sobre la cual la burbuja opera. Nada más gráfico que la especulación sobre hipotecas de segunda categoría fue el síntoma de toda esta crisis.La diferencia de dimensiones del capital especulativo sobre el productivo es de una magnitud tal que prácticamente no existen segmentos de este que no estén inficionados por aquel. A modo de ejemplo tomemos el caso de la Siemmens una de las empresas alemanas mayormente ligadas a la producción desde electrodomésticos hasta sistemas complejos de ingeniería. Según sus balances, los beneficios generados por su producción de bienes y servicios son apenas equivalentes a los generados por su departamento financiero. Este ejemplo es significativo pero aun es más fuerte el ver como ese capital financiero fue desplazando al capital de origen producción en la titularidad de las acciones de los grandes grupos económicos, condicionando con su lógica no sólo la forma de producción sino el comportamiento empresario mismo. Las grandes mega fusiones son otro ejemplo claro de ello.A esta altura podemos decir que tenemos frente a nosotros a un capitalismo desnudo que intenta taparse con la hojita de parra. El proceso de desacelere de la economía yanki como locomotora de la economía mundializante era una fruta madura al borde mismo de caerse. Ya en el 2001 antes de entrar en recesión se produjo lo de las torres gemelas, dando lugar a la activación de la contradicción interna del capitalismo de los países centrales. Nos referimos a la activación del complejo militar industrial norteamericano con el que se intentó – al reactivar la industria bélica- salir de la entrada en recesión. Pero esa contradicción entre capital productivo (aunque sea para la destrucción) y capital especulativo tiene una correlación de fuerzas que no es favorable al primero.Por eso es que fracasó el intento de salvar la economía de la potencia imperialista y poco tiempo después de estas guerras inventadas, a las que el recientemente fallecido (que en paz no descanse) Huntingtong les daba letra de justificación.La naturaleza del capital financiero es como un cáncer que se alimenta de las células vivas del capital productivo. Y la economía capitalista actual viene haciendo metástasis por todos lados. En vano fueron las largas y duras sesiones de quimioterapia aplicadas sobre los mercados periféricos (tigres asiáticos 1997, Rusia 1998, Brasil 1999, Turquía 2000, Argentina 2001). El cáncer ya afecta directamente al corazón del imperio.Pero no nos llamemos a engaño, ni vaticinemos con una mirada determinista nuevos mundos mejores. Cómo ha de resolverse esta crisis (o bien de gestionarse) tiene que ver con la correlación de fuerzas entre las naciones centrales y periféricas y los sectores populares con los sectores oligárquicos al interior de las naciones.Cabe preguntarnos cómo va a incidir la crisis en nuestra propia economía. Si esta situación se hubiera producido en los años de apogeo del neoliberalismo hubiera sido realmente grave. En efecto, en los años 90 por un lado, la hegemonía del capital financiero era casi absoluta, y por el otro nuestra economía avanzaba aceleradamente hacia una integración al mercado mundial como segmento menor y dependiente del sistema globalizante. Hoy la situación no es la misma fundamentalmente porque el modelo de acumulación es otro. Si bien no se ha roto el proceso de integración y nuestra economía depende en gran medida de la exportación de comodities, lo cierto es que desde la ruptura del plan de convertibilidad se ha dado un proceso de recuperación de la industria (la más de las veces por sustitución de importaciones). Los altos precios (hastaahora) de los comodities y esa sustitución, significaron en su conjunto unaa tracción que le permitió a nuestro PBI crecer todos estos años a tasas aproximadas de un 9% anual, partiendo de una base muy baja en la que nos había dejado la crisis del 2001.En términos reales debemos destacar dos cuestiones. El deterioro del PBI en estos últimos 30 años de modelo neoliberal fue tan grande que recién ahora estamos recuperando cifras históricas. Lo otro importante a destacar que ese crecimiento no se tradujo en términos reales para los sectores populares en mejoras concretas más allá de la creación de nuevos empleos. Estos, que fueron un par de millones (lo que no es poco), lograron frenar el proceso de exclusión, incluso incorporar por encima de la tasa de crecimiento de la población. Pero lo que no se avanzó en términos reales fue en la distribución de la riqueza. Si bien hoy hemos superado ampliamente el piso del 20% en el que nos había sumido la crisis del neoliberalismo, seguimos muy lejos del 50% histórico del peronismo. En el gobierno peronista del 46-55, se afectó directamente la estructura de la propiedad (más allá incluso del precepto constitucional de ponerla en función social) y por ende el reparto del excedente. La transferencia a manos del Estado de las principales empresas de mayor facturación nacional, sumadas al desarrollo efectivo de otras que afectaban de modo directo los beneficios de los capitales privados (en su mayoría extranjeros) como por ejemplo la nacionalización del comercio exterior o el desarrollo de la flota mercante argentina, evitaron la transferencia de riquezas tanto al exterior cuanto a las manos de los sectores oligárquicos.No vamos a aproximarnos a los cánones históricos del peronismo en el reparto sino en la medida en que se afecte la propiedad de los medios de producción poniendo en manos del Estado o bien de la economía solidaria un segmento importante de la renta.Y para esto se debe afectar considerablemente a la propiedad de los grandes Grupos Económicos Transnacionales. La contradicción principal sigue siendo Patria o Grupos Económicos.Volviendo a la crisis podemos decir que lo que exportamos tiene dos condiciones, por un lado no se hace mayoritariamente a EEUU, centro de la crisis; y por otro realmente es fruto –fundamentalmente la soja- de un proceso de aumento de consumo mundial que parte del proceso de urbanización creciente de zonas superpobladas de China e India.Para decirlo en otros términos la demanda real no se va a ver afectada. Pero no debemos engañarnos. El precio de los comodities en general está bajando y lo va a hacer aun más porque un componente significativo de estos precios, incluso de los alimentos, está compuesto por una especulación. Es decir, parte de la cifra que se pagaba por los alimentos estaba cruzada por la timba financiera. Esta parte va a tender inexorablemente a reducirse. Y la situación de recesión mundial puede afectar también a la otra parte.Por otra parte nuestra economía tiene una fuerte relación con la brasileña lo cual dependemos de cómo sortee la crisis nuestro vecino grande, que sí tiene mucha relación comercial (y dependencia) con los norteamericanos.Podemos concluir en que si bien la crisis no va a ser una hecatombe tampoco va a ser un paseo y seguramente va a haber un notorio proceso de desaceleración de la economía que empezará por afectar a los sectores populares que viven en el margen de la economía formal (changas, construcción, cartoneo, cuentapropismo, etc.).También es cierto que como toda crisis es una oportunidad. Una oportunidad para generar un proyecto de país productivo y solidario. Con una mirada más hacia el mercado interno (incluyendo a todo Sudamérica) que al externo. En este sentido creemos que fue la trascendental medida de la renacionalización de los fondos jubilatorios. Esta fue la medida más revolucionaria del kirchnerismo en todos sus años de gobierno y fue producto del aprovechamiento de la crisis.

1 comentario:

  1. Sobre las nacionalizaciones (en particular, lo referente al comercio exterior) me pareció meridiana la opinión de Fernando "Pino" Solanas:

    " la necesidad de plantear una reforma integral del campo y exhortó a no olvidar que uno de los principales protagonistas de la crisis son los principales monopolios exportadores.

    “no se pueden discutir las retenciones, que son una medida de distribución del ingreso y una política que puede permitir canalizar recursos provenientes de la renta agraria, que nos pertenece a todos los argentinos, para reindustrializar el país y promover una política de desarrollo de pequeños y medianos productores agropecuarios”. “La política de retenciones –agregó Solanas- se tiene que ampliar a actividades como la minería, que es un negocio fabuloso para las multinacionales

    El conflicto desatado a raíz del aumento de las retenciones a la Renta Agraria está dejando de lado a uno de los principales protagonistas de la crisis: el sector exportador y las multinacionales del cereal:Cargill, Monsanto, Aceitera General Deheza, Dreyfus, Bunge & Born.

    No se puede mezclar la protesta de los pequeños productores con la de los grandes y la Sociedad Rural que terminan exigiendo la anulación total de las retenciones

    De los cinco grandes países exportadores de granos, EE.UU. y la CEE subsidian la exportación cerealera e intervienen directamente en apoyo de sus productores; los otros dos países -Australia y Canadá- mantienen el monopolio estatal sobre el comercio agrícola

    se debe volver a hablar de Reforma Agraria y las retenciones son sólo una medida frente a la necesidad de articular un Plan Nacional de Desarrollo Agropecuario, que tiene que incluir la restitución de las Juntas Nacionales de Granos y de Carnes; la nacionalización del comercio exterior"

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